UNIDAD 2 : LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL
1)La crisis de la monarquía borbónica.
El reinado de Carlos IV (1788-1808), se caracterizó por la actuación de un rey
inepto que dejó el gobierno en manos de diferentes ministros entre los que
destacó Manuel Godoy, que tuvo que
enfrentarse con los problemas derivados de la Revolución Francesa
que convulsionó a toda Europa.
Tras
el inicio de la
Revolución Francesa el gobierno de Carlos IV tomó decisiones
erráticas. En primer lugar, se produjo un repliegue defensivo del gobierno
encarnado por la actuación reaccionaria del Conde de Floridablanca. Este estableció un “cordón
ideológico sanitario” con el que trató de aislar a España y su imperio de
las influencias de la revolución.
Posteriormente,
el Conde de Aranda inició una etapa
de coexistencia, pero la ejecución de Luis XVI (1793) precipitó la entrada de
España en la I Coalición Antifrancesa. Carlos IV nombró como
presidente del Consejo de Ministros a Godoy. España declaró la guerra a Francia
(Guerra de la Convención
o del Rosellón, 1792) y tras su derrota firmó la Paz de Basilea en 1795 que supuso pérdidas territoriales (Santo
Domingo) y el retorno a la alianza hispano-francesa.
La entrada de España en la órbita de Francia quedó sancionada en 1796 con la firma del tratado de San Ildelfonso para luchar
contra Gran Bretaña, lo que tuvo importantes repercusiones tras la derrota.
La España
de Carlos IV y de Godoy se alió con la Francia napoleónica frente al resto de potencias
europeas. Como consecuencia, en 1801 se declaró la guerra a Portugal que no
aceptaba el “bloqueo continental” (Guerra
de las Naranjas y conquista de Olivenza); en 1805 la flota francoespañola es derrotada en Trafalgar por Nelson y
perdió definitivamente la gran flota que había costado un siglo construir;. En 1807 el Tratado de Fontenebleau fue la ocasión para la entrada de los
ejércitos napoleónicos en España.
En
el interior, aprovechando el desprestigio creciente de Godoy por los fracasos
militares, un grupo de nobles apoyaban al príncipe Fernando para obligar a
abdicar a su padre, Carlos IV. Este “partido fernandino”, formado por los
elementos más reaccionarios de la sociedad, se dedicó a conspirar (Conspiración
de El Escorial 1807) y terminó promoviendo el Motín de Aranjuez el 17 de marzo de 1808, que acabó con la
abdicación de Carlos IV y una grave
crisis institucional.
Carlos IV pidió ayuda al emperador Napoleón, quien reunió en Bayona a
ambos, Carlos IV y Fernando VII. Allí después de otra serie de abdicaciones (Abdicaciones de Bayona) y después de lo
ocurrido el 2 de mayo, la
Corona recayó en Napoleón, que se apresuró a nombrar a su
hermano rey de España. José I
(1808-1813) comenzó por dotar a España de una carta otorgada de estilo
napoleónico (Constitución de Bayona) y a programar reformas de modernización.
2) La
Guerra de la
Independencia
El
vacío de poder originado por ausencia de Fernando VII del país y la invasión
silenciosa del territorio español por las tropas francesas motivó el 2 de mayo el levantamiento de la
población de Madrid contra los mandos franceses que controlaban la ciudad. Este
fue el inicio de la Guerra de la Independencia
(1808-1813).
La represión francesa dirigida por el mariscal Murat fue muy dura. Las más altas autoridades, las Cortes y el
Consejo de Castilla permanecieron fieles y acataron las órdenes que llegaban
desde Bayona de colaborar con las autoridades francesas.
No obstante, el movimiento se
extendió rápidamente por las provincias y, aprovechando el vacío de poder,
surgieron Juntas Locales y Provinciales
(13 en total) como representantes de la voluntad popular. Estas Juntas
depusieron a las autoridades dependientes de Carlos IV o Fernando VII y
colocaron a otras autoridades nuevas. Por doquier surgieron
"milicias" y las unidades del ejército regular acantonadas en zonas
donde no estaba presente el ejército francés acataron las órdenes de las
autoridades junteras. Las Juntas Locales y Provinciales enviaron 2
representantes cada una para formar la Junta Central Suprema (septiembre 1808-1810) que se
convierte en el órgano de gobierno representante de la voluntad del pueblo
español. Esta Junta, presidida por Floridablanca,
reconocía como rey a Fernando VII y consideraba que estaba prisionero de los
franceses. Se había producido una auténtica revolución: el pueblo y las juntas
se declaran soberanas, con capacidad para firmar tratados, hacer leyes,
recaudar impuestos y dirigir la guerra.
Este mismo movimiento de formación de juntas se produjo en las colonias
americanas. Las juntas enviaron a la península a sus representantes y apoyaron
el esfuerzo bélico contra los franceses. Posteriormente constituyeron el germen
de la Emancipación.
La Guerra de la Independencia no es
solo una guerra contra un ejército invasor sino que adquiere notas de una guerra civil. A José I le apoyaron los
llamados afrancesados, ilustrados,
altos mandos del ejército y autoridades, que ante la imposibilidad de aplicar
las reformas, vieron la oportunidad de reformar el país con el apoyo del
ejército francés y la Constitución de Bayona (1808). Esta no es una
auténtica Constitución sino una carta
otorgada que había sido elaborada por Napoleón y José I en la que se
concedía algunos derechos (libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio...),
suprimía privilegios reales y nobiliares y mantenía a la religión católica como
la única permitida.
Frente a los afrancesados surgió el bando de los patriotas que tenían en común el deseo de independencia y del
regreso de Fernando VII. Dentro de los patriotas hay grupos de absolutistas, partidarios de la unión
del Trono y Altar y de un regreso a las fórmulas sociales y económicas del
Antiguo Régimen. También existían liberales,
partidarios de acabar con la sociedad del Antiguo Régimen que veían en la
revolución de Francia un ejemplo a imitar. Hubo así mismo grupos de ilustrados moderados, partidarios de
una reforma lenta de las estructuras. Las masas de clases urbanas populares y de campesinos que querían la destrucción
de los franceses y el ataque a los grupos privilegiados afrancesados.
En
la Guerra de Independencia se distinguen tres
fases:
·
1ª Fase:
junio- octubre 1808. Los sitios y
las victorias españolas.
Los ejércitos
franceses se veían incapaces de controlar todas las plazas fuertes (sitios de
Zaragoza, Gerona y Valencia). El ejército regular español derrota a los
franceses en Bailén (9 de agosto) y marcha sobre Madrid. José I tiene que
refugiarse en el norte peninsular.
·
2ª Fase:
noviembre 1808-1812. Contraofensiva y victorias francesas.
Napoleón entró en
España al frente de la Grande Armée, derrotó
a los ejércitos españoles y repuso a José I en el trono de Madrid.
Por su parte, la Junta Central
Suprema entabló negociaciones con el Reino Unido para conseguir apoyo y
entrenamiento militar: desembarcaron en la península Wellington para apoyar la defensa de Lisboa.
En 1811 los fraqnceses habían ocupado todas las
ciudades importantes salvo Cádiz, que estaba defendida por una escuadra
británica. Paralelamente a esta ocupación militar del territorio, el gobierno de José I llevaba a cabo
una labor legislativa de abolición de la Inquisición, de la sociedad estamental y de los
derechos feudales, etc.
En esta fase
aparece la “guerra de guerrillas”
llevada a cabo por partidas de guerrilleros que acosaron a los ejércitos
franceses y a las autoridades establecidas apoyados por la Junta Central
Suprema. Algunas de estas guerrillas como las de "El Empecinado", "El Cura Merino" y Espoz y Mina llegaron a tener
dimensiones de verdaderos ejércitos.
La Junta Central
Suprema se declaró partidaria de convocar unas cortes extraordinarias para
celebrar en Cádiz, con el objetivo de dotar a España un sistema político nuevo
que limitase el poder del rey, que pusiera fin al régimen de privilegios de la
sociedad estamental, que llevara a cabo reformas sociales y que garantizara
derechos individuales. Así, la Junta Central se disolvió y dejó el poder en manos
de una Regencia de cinco miembros
que convocó a las Cortes de Cádiz
que se reunieron en septiembre de 1810.
El inicio de la
invasión de Rusia por parte del ejército napoleónico en junio de 1812 obligó a
retirar del frente ibérico a unidades del ejército francés.
·
3ª Fase:
1812-1813. Ofensivas hispano-británicas.
En febrero de 1812 victorias de Wellington y el
general Alava en Ciudad Rodrigo y Badajoz. En julio victoria española en los
Arapiles. El ejército de José I abandona Andalucía. En julio de 1813 se produce
la ofensiva final y las victorias anglo-hispanas de Vitoria y en agosto la de
San Marcial.
Las
consecuencias de una guerra total se
dejaron sentir en la península y América: total destrucción de la agricultura y
ganadería, desaparición de las manufacturas y artesanías, debilitamiento del
comercio, caos administrativo con autoridades superpuestas. También se produjo
la desaparición de las estructuras sociales y políticas del Antiguo Régimen.
3) LAS CORTES DE CÁDIZ,
Las Cortes de Cádiz, cuya
actividad duró hasta la primavera de 1814, estuvieron integradas por
representantes de todas las provincias tanto peninsulares como americanas,
pero, debido a la situación de guerra, en la práctica fueron muchos los diputados
“sustitutos” gaditanos, entre los que predominaban los miembros de clases
medias y burguesas, la mayoría de ellos partidarios de las reformas liberales. Los
miembros del clero y la nobleza, casi todos contrarios a los cambios, quedaron
en minoría.
Las Cortes se constituyeron en Asamblea
Constituyente y asumieron en su primer decreto la soberanía nacional
(habida cuenta la ausencia del rey legítimo y la disolución del Consejo de
Regencia), al tiempo que proclamaba la igualdad jurídica de todos los
ciudadanos (incluidos los americanos, a quienes se pretendía quitar argumentos
secesionistas). Ambas medidas significaban un ataque frontal contra la
estructura política del Antiguo Régimen.
Desde el principio las Cortes
quedaron divididas en dos grandes grupos: los liberales y los absolutistas o
serviles (la mayoría del clero y la nobleza). También hubo un tercer
sector, el de los jovellanistas, que pretendía conciliar el respeto a
los estamentos superiores con la consecución de las reformas (por tanto, sus
posiciones eran intermedias entre los dos grupos principales).
Los liberales, apoyados
por la prensa, constituyeron el grupo más numeroso, por lo que mediante
diversos decretos pudieron imponer medidas cuyo objetivo era acabar con
las viejas estructuras del Antiguo Régimen, tales como:
-La libertad de imprenta,
suprimiendo la censura, salvo para los escritos religiosos.
-El fin de los señoríos
jurisdiccionales, sistema que durante siglos había supuesto la dependencia
de muchos pueblos y ciudades respecto a la nobleza y clero.
-Derogación de los gremios,
una estructura de origen medieval que suponía un obstáculo para la
industrialización.
-Supresión de la Mesta,
institución también medieval que perjudicaba el desarrollo de una agricultura
moderna.
-Abolición de la Inquisición,
asunto que provocó los debates más tensos, por la fuerte oposición que
ofrecieron la mayoría de los diputados de la nobleza y el clero.
-Desamortización de las
tierras municipales, lo que no llegaría a materializarse debido a la
situación de guerra y el posterior regreso de Fernando VII en 1814.
4) LA CONSTITUCÓN
Fue aprobada en 19 de marzo de
1812 fue la obra más trascendente de las Cortes de Cádiz, (bautizada por el
pueblo como “La Pepa”). Su extensísimo texto (384 artículos) constituye
un resumen de las ideas del liberalismo español en su primera época.
Las ideas principales de
la Constitución son:
-El principio de la soberanía
nacional, cuestión polémica como pocas (art. 3). Corresponde a la nación
(es decir a los españoles, y no al rey, como hasta entonces) el derecho a
establecer las leyes por las que regirse.
-El principio de la división
de poderes. El poder legislativo corresponde “a las Cortes con el Rey”
(art. 15). Las Cortes estarán formadas por los representantes de los
ciudadanos, elegidos por éstos, y se reunirán en una sola cámara
(unicameralismo). Las elecciones se celebrarán por sufragio censitario
masculino, pero sólo podrán presentarse como candidatos aquéllos que posean
una cierta renta, con lo que las Cortes serán casi monopolizadas por la
burguesía propietaria, además del clero y la nobleza. Ningún campesino o
persona procedente de las clases bajas consiguió ser diputado. El poder
ejecutivo pertenece al Rey, quien nombra a su gobierno formado por siete
secretarios de despacho (más tarde llamados ministros). La figura del Rey
cambia por completo respecto al sistema de monarquía absoluta, pues ahora está
sometido a la Constitución y sólo tiene los poderes que ésta le otorga
(monarquía constitucional). El poder judicial corresponde a los tribunales de
justicia, con lo cual la nobleza y el clero pierden definitivamente sus
competencias tradicionales al respecto.
-Nace la institución del
Tribunal Supremo. La Justicia (poder judicial) ha de actuar con total
independencia del Rey (poder ejecutivo) y de las Cortes (poder
legislativo).
-Se regulan las funciones de las Diputaciones
Provinciales y de los Ayuntamientos.
-El art. 12 proclama la catolicidad
del estado y no establece la libertad religiosa. Se pretendía así contentar
a los sectores más tradicionales (y por tanto más favorables a la defensa del
catolicismo), aunque esta idea sea contraria a los principios del liberalismo.
-Igualdad jurídica de los
ciudadanos (art.248). Iguales derechos y deberes para todos los españoles,
idea que choca con la estructura estamental tradicional.
-Sistema fiscal unificado
para todo el territorio, sin privilegios para ningún grupo o estamento (art.
339), lo que también choca con los derechos tradicionales de la nobleza y el
clero.
-Supresión de las aduanas
interiores, basándose en el principio de la unicidad del estado.
-Creación del Presupuesto
Nacional como forma de control de los ingresos y gastos del estado.
5) LA
PRIMERA REACCIÓN ABSOLUTISTA (1814-1820)
5.1 Golpe de
estado y restauración absolutista
El 11 de
diciembre de 1813 se firmaba en la ciudad francesa de Valençay un tratado de
paz por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. Derrotado
el ejército napoleónico, el monarca hizo su entrada en España en marzo de 1814.
Por aquellos
días se había publicado un Manifiesto de 69 diputados absolutistas de las
Cortes ordinarias (llamado Manifiesto de los persas por la cita
inicial), en el que solicitaban al rey la restauración del poder absoluto, la
anulación de todo lo aprobado en Cádiz y la convocatoria de unas nuevas Cortes
que prepararan una nueva legislación que “evitara los abusos y reconociera
la propiedad y la libertad”.
No se convocaron
unas nuevas Cortes por estamentos, pero sí la primera petición: el monarca firmaba
el 4 de mayo, un día antes de salir de Valencia hacia Madrid, un decreto por el
que dejaba sin efecto toda la obra legislativa de las Cortes, a las que acusaba
de haberle despojado de su soberanía. El decreto, mantenido en secreto, fue
publicado en la Gaceta 8 días después, cuando el rey ya estaba en Madrid.
La dureza de la
reacción absolutista obligó a los liberales a decidir entre:
a) Marchar
al exilio. Esta fue la actitud de millares de liberales y de
afrancesados.
b) Pasar a
la clandestinidad. Así obraron quienes eran conscientes del peligro
de la represión y del escaso apoyo popular con que contaba el liberalismo.
c) El atentado político.
Aunque es menos conocido este aspecto, tampoco faltaron los intentos de imponer
la solución liberal eliminando al principal obstáculo: Fernando VII. En 1816
tuvo lugar un intento de asesinato del rey en un burdel de Madrid.
5.2 La
oposición al absolutismo
Esta etapa de
seis años se caracterizó por la inestabilidad e ineficacia de los distintos
gobiernos y la situación de postración económica y política. España tuvo un
papel secundario en la escena internacional.
La oposición
creciente se plasmó en frecuentes pronunciamientos militares para
reponer el sistema constitucional. Estos pronunciamientos son un acto de
sublevación militar, muchas veces violenta, con la que un sector de los mandos
del ejército persigue conseguir el apoyo de las organizaciones políticas y de
la opinión pública para forzar un cambio de gobierno o bien de régimen político.
Los principales
pronunciamientos fueron:
- Espoz y
Mina se levantó en Pamplona en septiembre de 1814 contra el absolutismo
fernandino, intentando cambiar la voluntad del Rey hacia una solución liberal.
- La
Conspiración del Triángulo tuvo lugar en 1816, y tenía como objetivo
secuestrar al Rey y obligarle a jurar la Constitución de 1812. Este hecho será
el antecedente más inmediato del alzamiento del coronel Riego en 1820. Entre
otros.
6) EL
TRIENIO LIBERAL (1820-23)
El 11 de enero
de 1820, el teniente coronel Rafael Riego, al mando de un cuerpo del
ejército se sublevó contra el régimen absolutista impuesto en España desde el
regreso de Fernando VII.
La primera medida
política de las nuevas autoridades fue la reimplantación de la Constitución
de Cádiz de 1812 y la puesta en vigor de los principios que proclamaba,
especialmente las libertades de expresión, de reunión y de asociación.
A principios de
marzo, en Madrid, una multitud partidaria del liberalismo rodeó el palacio real
pidiendo el restablecimiento de la Constitución. Ante esta situación, la corte
quedó paralizada. Por iniciativa popular se creó una Junta Consultiva,
para aconsejar al monarca, el cual firmó un manifiesto, en el que se declaraba
partidario de la Constitución. A lo largo de estos tres años las Cortes
aprobaron una legislación reformista que tenía la intención de acabar
con el Antiguo Régimen.
Entre las
principales medidas destacan:
• Restablecimiento
de la Constitución de 1812, y con ella, las libertades individuales de
asociación, de reunión, de opinión y de prensa.
• Se
abolieron las aduanas interiores que dificultaban el comercio.
• Se concedió la
libertad de industria y se abolieron los privilegios gremiales.
• La desamortización
de tierras de propios y baldíos para destinar los fondos a amortizar la
deuda del estado.
• La desamortización
eclesiástica: tierras de conventos.
• Se elaboró
el Reglamento de Instrucción Pública, mediante el cual se establecía por
primera vez la enseñanza pública gratuita.
• Se inició la
división administrativa del país en provincias.
• Se estableció
el servicio militar obligatorio para todos los españoles.
• Se afrontó el
problema de la hacienda pública con criterios modernos.
Los llamados moderados
o doceañistas, partidarios de un gobierno fuerte, de un sistema de doble
cámara, de una libertad de prensa limitada, del sufragio censitario y de la
defensa de la propiedad y del orden social, representan a la Burguesía urbana
de negocios y sus diputados procedían del exilio y eran minoría en las Cortes.
Argüelles, Martínez de la Rosa y Toreno eran los personajes más
representativos de esta tendencia.
Junto a ellos
surgieron los exaltados o veinteañistas, para quienes la Constitución
gaditana había quedado obsoleta y era preciso reformarla en un sentido más
progresista o escorado hacia la izquierda. Constituían el germen del futuro
partido progresista. Se apoyaban en las capas populares urbanas, eran
abogados jóvenes, intelectuales y militares exaltados. Mayoría en las Cortes
pasaron a ocupar el gobierno tras el fracaso del golpe contrarrevolucionario de
julio de 1822.
Las tendencias
que se señalan, moderada y exaltada, revisten suma importancia, porque a partir
de la brecha abierta en este momento en el campo liberal empiezan a delimitarse
con bastante claridad las dos grandes corrientes ideológicas de la España
contemporánea, la derecha y la izquierda, que por evolución y con las lógicas
adaptaciones al imperativo de los tiempos van a configurar los partidos que
vertebrarán la vida política española hasta nuestros días.
Consecuencias
de la política del Trienio
- Las
consecuencias sociales y económicas resultaron en cualquier caso negativas.
La desamortización de bienes de la Iglesia, además de acrecentar el patrimonio
de las clases poseedoras agravó considerablemente las condiciones de vida de la
población campesina.
Las condiciones
de los campesinos empeoraron, lo que hizo que se inclinaran hacia las tesis
absolutistas, que eran también las que compartía la mayor parte del clero.
- Las
consecuencias políticas fueron que los liberales se escindieron
definitivamente a partir del inicio del Trienio, separándose los que hicieron
la revolución de 1820 -los exaltados-, de quienes se iban a beneficiar de ella,
es decir, los moderados y las oligarquías del Antiguo Régimen, reconvertidas
ahora en liberales, y asociadas a la nueva situación.
Por esta causa
procedieron los moderados a disolver inmediatamente las juntas (dominadas por
los exaltados) y a desarmar al ejército revolucionario. Incluso al propio Riego
se le ordenó la disolución de sus tropas, siendo después destituido,
encarcelado y finalmente ejecutado en 1823.
El final del
Trienio
El propio rey
Fernando VII, que en correspondencia privada no dejaba de solicitar la
intervención de la Santa Alianza para restablecer el absolutismo, no logró
detener, a pesar de todo, los movimientos absolutistas, descontentos con los
moderados por causa de la política llevada a cabo en relación con la Iglesia.
En el Congreso
de Verona (noviembre de 1822), las potencias de la Santa Alianza,
decidieron también intervenir en España, y se firmaba un tratado secreto por el
que se facultaba a Francia a intervenir en España para restablecer el Antiguo
Régimen y aplastar la revolución. El 7 de abril de 1823 entraba en España, sin
previa declaración de guerra, un ejército francés mandado por el duque de
Angulema, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis. Fernando VII
declaró nulos todos los actos de gobierno realizados durante el Trienio
Constitucional. Un nuevo periodo de represión y de exilio se cernía sobre los
liberales.
7) LA
DÉCADA OMINOSA. (1823-1833)
Esta etapa, que
los liberales bautizaron con el calificativo de «década ominosa», tiene dos
momentos claros: uno de represión antiliberal hasta 1826-27 y otro, a partir de
ese año, en que el rey ha de hacer frente a la insurrección liberal y a la
conspiración realista del primer carlismo, sector ultraconservador. La
represión política y el exilio se extendieron durante toda la década.
Fernando VII
hizo público un manifiesto en el que decía que cuanto se había legislado desde
el 7 de marzo de 1820 hasta el 1 de octubre de 1823 era nulo y de ningún valor.
Fernando VII
tuvo que hacer frente a dos conspiraciones:
a) La
liberal, que seguía la táctica del pronunciamiento y luego pasó a la
insurrección organizada. El ex-jefe de la guerrilla y militar, Espoz y Mina,
formó una Junta en Bayona para dar una solución moderada al rey.
Mariana
Pineda fue detenida, procesada y ejecutada también en 1831 por haber
bordado una bandera morada con las palabras «Ley. Libertad. Igualdad».
b) La otra
conspiración venía del sector más reaccionario, llamado ultrarrealista,
apostólico o realista puro. Fue en Cataluña donde se produjo ya en 1827 el
primer levantamiento antiliberal, precursor del carlismo, conocido como la
guerra dels agraviáts o malcontents (agraviados o descontentos).
El problema Sucesorio
En 1829 fallecía
la tercera esposa del rey, lo cual dejaba dos posibilidades de sucesión en el
trono: su hermano Carlos, defensor de los realistas por influjo de su
mujer, o un heredero directo habido en un nuevo matrimonio del monarca. Al fin,
Fernando VII se casó con su sobrina María Cristina de Napoles.
El 20 de marzo
de 1830, al anunciar el embarazo de la reina, se puso en vigor la Pragmática
Sanción de 1789 por la cual quedaba sin efecto la Ley Sálica, que
limitaba de hecho el acceso al trono para las mujeres. Este hecho suscitó la
protesta de los partidarios de don Carlos.
El 10 de octubre
del mismo año nacía la infanta Isabel y con ella se iban perfilando los
dos bandos: carlistas, defensores de los derechos de don Carlos al trono
español, y cristinos o isabelinos, que hacían valer los derechos de
Isabel; en este último grupo se alinearon los liberales de todo signo.
El 13 de
septiembre de 1832 Fernando VII sufrió un grave ataque de gota. Creyéndose al
borde de la muerte, el rey firmó un documento, por presiones del ministro Calomarde
y el grupo «carlista», por el que quedaba sin efecto la Pragmática Sanción.
Era el triunfo
momentáneo de los partidarios de Don Carlos. Pero recuperado de su enfermedad,
Fernando VII destituyó a Calomarde, firmó una amplia amnistía, abrió las
universidades cerradas dos años antes y restableció la Pragmática Sanción.
De esta forma,
Isabel fue declarada heredera del trono. Don Carlos se exilió en Portugal y sus
partidarios prepararon la guerra. El 29 de septiembre de 1833 muere el rey,
María Cristina asume la Regencia durante la minoría de edad de Isabel. Los
carlistas se alzan en armas. Comenzaba así la primera guerra civil del Siglo
XIX.
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