TEMA 4. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS
TEMA 4: PROCESO DE
DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS
INTRODUCCIÓN
A lo largo del siglo XIX se extendió por Europa el
modelo de desarrollo económico surgido de la Revolución Industrial. Países como
Francia, Bélgica o Alemania pudieron ir remontando paulatinamente las
diferencias hasta alcanzar niveles de progreso similares a los de Gran Bretaña,
España, a pesar de sus esfuerzos y éxitos puntuales, acabó distanciándose de
las naciones modernas. La introducción de formas capitalistas sobre una
economía campesina, atrasada y una incipiente industria propiciaron una injusta
distribución de la riqueza en el campo y en las ciudades. Esta situación generó
fuertes tensiones sociales entre las clases propietarias y los trabajadores que
fueron adquiriendo progresivamente mayor conciencia sobre su situación y
derechos.
A finales del siglo XIX se fraguó la unión de
intereses de las oligarquías financieras industriales (catalana y vasca) y
agrarias (cerealistas castellanos), para garantizar la protección del mercado
interior español frente a la competencia exterior, esta situación refleja el
fracaso de una transformación económica insuficiente en una España que quedaba
relegada al rango de segunda potencia, con una economía diseñada según los
intereses de la iniciativa privada y el capital extranjero.
1. LAS TRANSFORMACIONES AGRARIAS
Los cambios técnicos que se produjeron en el medio
agrícola fueron lentos, hasta bien entrado el siglo XIX perduró un tipo de
crisis característico de Antiguo Régimen: una mala cosecha producía un
incremento de la mortalidad ante la imposibilidad de lograr que otras regiones
enviaran sus excedentes, dada la penuria de los transportes. Estas crisis
afectaban a los sectores más humildes (braceros, jornaleros), mientras que los
grandes propietarios se beneficiaban del alza de los precios.
A lo largo del siglo XIX se produjo un modesto
crecimiento del sector agrícola en España ayudado por la ampliación de la
superficie cultivada, e proteccionismo y el crecimiento demográfico Este
relativo crecimiento no fue acompañado de una modernización técnica. La falta
de inversión y de mejoras técnicas mantenían en el campo español unos sistemas
tradicionales incapaces de dar respuesta a las necesidades de la población. La
escasez de capitales en las grandes explotaciones debidas a la falta de
iniciativa, y en las pequeñas explotaciones familiares a la falta de recursos,
favorecía el inmovilismo de una agricultura que seguía siendo extensiva. Si la
superficie de cultivo había aumentado, los rendimientos seguían siendo bajos.
El campesinado no aumentó su nivel de vida y no se pudo crear un mercado
interno que absorbiera la producción industrial y generara la modernización
económica.
Los principales cultivos seguían siendo los de la
trilogía mediterránea: el trigo, que aumentó su producción y demandó tarifas
arancelarias que gravasen la entrada de trigo extranjero; la vid, que
multiplicó su producción convirtiéndose en el producto principal de las
exportaciones al entrar en crisis el sector en Francia; y el olivo, cuya
producción se mantuvo gracias a la demanda hispanoamericana.
El único sector donde se produjo una capitalización
e intensificación de las explotaciones fue en la producción de cítricos
en levante, donde se mejoraron los sistemas de riego y se introdujeron
fertilizantes, por lo que las exportaciones se triplicaron.
Como conclusión, la falta de inversiones y de
mejoras técnicas mantuvo en el campo español unos sistemas
tradicionales. La escasez de capitales en las grandes explotaciones
debido a la falta de iniciativa de sus dueños, y en las pequeñas explotaciones
familiares por la falta de recursos, favorecían el inmovilismo de la
agricultura, que seguía practicando sistemas extensivos de cultivo.
2. LA DOBLE DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA Y
CIVIL
En España la tierra estaba mal repartida
desde épocas remotas, la propiedad de la tierra en el Antiguo Régimen estaba en
manos de la Iglesia, de la nobleza rentista, del Estado, o de los municipios.
Estos grandes patrimonios territoriales no podían ser divididos por herencia ni
ser donados o vendidos (propiedad vinculada o amortizada). Podían o no
ser puestos en cultivo, o ser arrendados a los campesinos, según las
necesidades de los dueños. Habitualmente se denunciaba su explotación como poco
racional, lo que impedía obtener el mejor rendimiento (manos muertas).
Sin embargo, el establecimiento de una economía
capitalista era incompatible con el mantenimiento de privilegios que
obstaculizaban el intercambio de bienes, las tierras en este caso. La
desamortización consistía en la conversión de la propiedad vinculada de
la tierra en propiedad privada, particular y enajenable
2.1. Antecedentes.
Fue muy característico de la mentalidad ilustrada
considerar que las tierras vinculadas eran mal explotadas por sus propietarios
contribuyendo al atraso de España. Sin embargo, no se planteó seriamente la
cuestión de proceder a la desamortización de estas tierras hasta que el Estado
no se vio obligado a ello para sufragar los gastos ocasionados por las guerras,
o ante los graves problemas de la Hacienda Pública. (Informes de Jovellanos,
Floridablanca, Campomanes, etc.).
El gobierno de CARLOS IV, agobiado por
los gastos ocasionados por las guerras, recurrió a las manos muertas; decidió
en 1798 la primera desamortización de los bienes de la Iglesia para hacer
frente a las necesidades de la Hacienda Real. Los bienes a desamortizar eran
los de los establecimientos de beneficencia regidos por instituciones
eclesiásticas (bienes de hospicios, casas de misericordia, cofradías, etc.).
Los bienes se venderían en pública subasta procurando dividir la propiedad para
conseguir multiplicar el número de propietarios. A estos bienes se sumaron los
procedentes de la Compañía de Jesús y los de los Colegios Mayores. El resultado
no fue espectacular y las tierras fueron a parar a los grandes propietarios,
que eran los únicos que podían comprarlas.
Hubo también un proceso desamortizador durante el
reinado de JOSE I BONAPARTE a expensas de los bienes de clero y
de los aristócratas que se resistieron a la dominación francesa
Las CORTES DE CADIZ también emprendieron una
obra desamortizadora supeditada a la deuda pública. Decretos de 1812 y 1813
iniciaban una tímida desamortización eclesiástica y civil que establecía la
desamortización de los bienes de las comunidades religiosas extinguidas o
reformadas por el gobierno de José I, de los bienes de la abolida Inquisición,
de los jesuitas y de las órdenes militares; también contemplaba la reducción a
propiedad individual la mitad de las tierras de ayuntamientos (propios y
baldíos) y propiedades de realengo. La desamortización eclesiástica quedó
interrumpida en 1814 con el regreso de Fernando VII.
2.2.- La desamortización de Mendizábal
Durante las regencias de María Cristina y Espartero
recibe su impulso definitivo la obra desamortizadora orientada prioritariamente
hacía el enorme patrimonio del clero (conventual primero, secular después).
Pero estas medidas desamortizadoras no conllevaron las necesarias reformas
de la Iglesia y agraria.
Con el triunfo definitivo del régimen liberal a la
muerte de Fernando VII la obra desamortizadora entra en su fase decisiva por
iniciativa principalmente de Mendizábal, después de los ensayos poco
afortunados de Godoy, las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal. El proceso
desamortizador es replanteado por María Cristina con anterioridad a la subida
de Mendizábal al poder, mediante tres decretos:
·
Supresión
definitiva de la Inquisición, adjudicándose sus bienes a la extinción de la
deuda.
·
Expulsión
de la Compañía de Jesús, destinándose sus propiedades al mismo fin.
·
Supresión
de monasterios y conventos que no tuvieran como mínimo 12 individuos aplicando
sus bienes a la extinción de la Deuda.
Con Mendizábal se realiza la primera obra
desamortizadora propiamente dicha con una serie de leyes durante el bienio 1836
- 1837. Se centra en los bienes del clero regular, ampliados después a
los del clero secular.
El plan de Mendizábal acelera su proceso de
aplicación ante las necesidades económicas del Estado para hacer frente a la
guerra carlista, y en consecuencia, se hace atropelladamente, no siendo
alcanzados los objetivos previstos, que eran:
·
Solución de
los apuros de la Hacienda y del problema de la Deuda.
·
Reforma
agraria en beneficio de la masa campesina.
·
Reforma de
la Iglesia, que por el contrario, queda despojada de sus bienes y abandonada a
su suerte
·
Ampliación
de la base social del nuevo régimen liberal, ya que los compradores de bienes
nacionales, la burguesía, eran liberales con anterioridad a la desamortización.
Esta desamortización se realizó fundamentalmente
mediante dos decretos: el de 8 de marzo de 1836 que enumera los institutos
religiosos, los monasterios y conventos afectados por la misma, y el más
importante, de 29 de julio de 1837 completando el anterior. Fueron declarados
propiedad nacional los bienes raíces, rentas, derechos y acciones de las
comunidades e institutos religiosos de ambos sexos con muy pocas excepciones,
disponiéndose además que fueran sacados en pública subasta.
Mendizábal esperaba que las tierras fueran a parar
a manos de los agricultores medios, a tal fin, la ley del año 37 dispuso que se
admitieran dos tipos de compradores, los que pagarían en efectivo (en un plazo
de 16 años) y los que lo harían con títulos de deuda (con un plazo menor).
Consecuencias, el proceso desamortizador de
Mendizábal fracasó en su cuádruple objetivo mencionado anteriormente, pero en
contrapartida su radicalismo anticlerical puso en contra del régimen isabelino
a:
·
la Iglesia en
bloque, con su enorme poder como grupo de presión;
·
el
campesinado, burlado en sus esperanzas de alcanzar la propiedad, su situación
empeora al ser subidos los arriendos por los nuevos dueños;
·
los
sectores liberales, partidarios del entendimiento con la Iglesia;
·
el grupo
ilustrado, que se mostró partidario de una auténtica reforma agraria.
En cuanto a los beneficios obtenidos por la
Hacienda Pública, fueron menores en comparación con lo que se esperaba.
2.3. Desamortización de Espartero
Durante la regencia de Espartero (1840-1843)
se completa el proceso desamortizador iniciado por Mendizábal; en Septiembre de
1841 una nueva ley desamortizadora que afectó a inmuebles y tierras que el
clero secular tenía en las ciudades. Estas propiedades fueron declaradas "bienes
nacionales” y sacadas a subasta. La subasta de los inmuebles
eclesiásticos de las ciudades posibilitó a los grupos financieros la
adquisición de estas propiedades.
La ley de Espartero estuvo en vigor escasamente
tres años. Esta desamortización estaba tan vinculada al partido progresista en
el poder que su caída ocasionó su paralización. La interrupción de la obra
desamortizadora fue obra de Narváez.
2.4. La desamortización de Madoz, 1855.
La ley General de Desamortización de 1855, venía a completar la
obra de Mendizábal. Con esta ley se pretendía concluir la venta de los bienes
del clero interrumpida por los moderados, y autorizar la enajenación de los
bienes de propios y baldíos de los ayuntamientos, que fueron sacados
a subasta (se declaraban en venta todas las propiedades del Estado, del
clero, de las Órdenes Militares, cofradías, de los propios y los comunes de los
pueblos…). La venta de los citados bienes se destinaría a amortizar la deuda
del Estado, a nivelar el presupuesto y a financiar obras públicas,
especialmente el ferrocarril. El proyecto aparecía de nuevo ligado, a la
desastrosa situación financiera
La ley de Madoz encontró una fuerte resistencia en
el partido moderado, que argumentó que la desamortización municipal no debería
llevarse a cabo por el desequilibrio social que ocasionaría el traspaso de esos
bienes en favor de unos pocos ciudadanos y en perjuicio de la mayoría del
pueblo. La propia Isabel II llegó a vetarla pero la ley fue aprobada.
El perjuicio de esta ley fue muy grave tanto para
los municipios, que obtenían la mayor parte de sus recursos de estos bienes,
como para los sectores rurales modestos, que se vieron privados de terrenos
para pastar, cazar y recoger leña. Por otro lado esta nueva propiedad fue de
difícil acceso a los campesinos más modestos.
Fue la que alcanzó un mayor volumen de ventas y
tuvo una importancia superior a todas las anteriores, sin embargo los
historiadores se han ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal.
3. CONSECUENCIAS DEL DOBLE PROCESO
DESAMORTIZADOR
Podríamos concluir con las consecuencias del
proceso desamortizador:
Sociales: No se crea una clase media campesina. Impuso una
mayor miseria a los campesinos, los nuevos propietarios hicieron más duras las
condiciones de los contratos que empleaban a jornaleros. Se creó así una nueva
oligarquía, la de los burgueses territoriales.
Económicas:
·
Aumentó la
extensión de tierras cultivadas
·
No se
produjo el proceso de renovación técnica que debía traer corno resultado un
aumento de la productividad de la tierra. Los rendimientos siguieron siendo bajos.
·
Los
Ayuntamientos perdieron una de las más importantes fuentes de ingresos, lo que
ocasionó una mayor centralización al depender del Ministerio de Gobernación.
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