TEMA 10. REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL

Este tema está sacado de la página www.amtoniohenandez.es y ha sido realizado por el profesor Ángel Luis González Torres. Simplemente se ha resumido un poco su contenido

La muerte de Fernando VII inauguró un nuevo periodo en el que se inicia de manera irreversible el cambio hacia una sociedad liberal y burguesa. Este cambio consistió en la liquidación del régimen señorial y la sociedad estamental, a la vez que se abolían las instituciones políticas que caracterizaban el Antiguo Régimen. Así se va a ir configurando un régimen político en el que las clases triunfantes, sobre todo la nueva burguesía agraria, asumen la dirección del Estado y establecen un ordenamiento jurídico y económico que va a hacer posible el desarrollo capitalista. Y todo esto en medio de una turbulenta guerra civil.

1. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA LIBERAL: LAS GUERRAS CARLISTAS. LA CUESTIÓN FORAL

1.1 El carlismo
El testamento de Fernando VII, que dejaba el trono a su hija Isabel, fue rápidamente contestado en 1833 con el levantamiento de numerosas partidas carlistas, que pretendían el reconocimiento de Don Carlos como rey de España. Un grave conflicto civil, camuflado bajo un pretexto dinástico, acababa de comenzar.
Los carlistas (tradicionalistas apostólicos) eran los seguidores de Carlos Mª Isidro, hermano menor de Fernando VII, que desean la vuelta de la monarquía absoluta y el Antiguo Régimen. Son los herederos de los realistas  y tienen como lema “Altar y trono” y “Viva la Inquisición”. El bando carlista recibe el apoyo de propietarios y notables rurales, gran parte del bajo clero más los campesinos descontentos por la forma como se iba produciendo la liquidación del Antiguo Régimen sobre todo de Navarra, País Vasco, Cataluña, Aragón y Valencia. La defensa de los fueros contra el liberalismo uniformizador cobró también importancia. Por último destacar que fue un movimiento esencialmente rural.
Los cristinos o isabelinos representan las fuerzas que defendían el liberalismo y que se veían favorecidas por la introducción de las prácticas capitalistas: la mayor parte de la nobleza y la burguesía y las clases populares urbanas. .

1.2  La primera guerra carlista. 1833-1840.
La primera guerra carlista se inició con el levantamiento de 1833 y se prolongó durante seis años (1833-1839). Pero durante este periodo los carlistas no van a conseguir nunca generalizar el conflicto a todo el territorio español ni ocupar por mucho tiempo las grandes ciudades del país. Dominaron siempre zonas rurales y utilizaron la táctica guerrillera, bajo la forma de partidas de soldados. Aunque el general Zumalacárregui intentó organizar un ejército, su muerte en 1835 inició una etapa en la que los carlistas fueron progresivamente vencidos por el ejército liberal bajo el mando de Espartero
La división facilitó que el jefe de los transaccionistas (Carlistas moderados), el general Maroto, acordase por su cuenta la firma del Convenio de Vergara (1839) con el general Espartero, que reconocía la victoria liberal a cambio del mantenimiento dentro del ejército de la oficialidad carlista y de la promesa de Espartero de pedir a la reina el mantenimiento de los fueros. El convenio puso fin a la guerra en el País Vasco, mientras continuó en el Maestrazgo hasta 1840 cuando Cabrera fue derrotado militarmente.

2. LA REGENCIA DE Mª CRISTINA. 1833-1840.

La regencia de Mª Cristina comenzó con un gobierno presidido por Cea Bermúdez (exministro de Fernando VII) que aspiraba tan solo al restablecimiento del viejo sistema del Despotismo Ilustrado. El descontento de los liberales, que reclamaron la convocatoria de cortes y el estallido de la guerra civil hicieron ver a la regente la necesidad de profundizar más en el camino liberal como única forma de tener los suficientes apoyos para vencer al carlismo, así es como un viejo liberal moderado llegó al poder.

2.1   El régimen del Estatuto Real
El nuevo gobierno de Martínez de la Rosa pretendía, lejos de ninguna aspiración revolucionaria, encontrar el apoyo de los grupos liberales burgueses, pero sin romper con los viejos grupos dominantes. El símbolo de esta primera transición fue la promulgación del Estatuto Real de 1834, que no reconocía la soberanía nacional y que era una carta otorgada. Para los liberales más radicales era claro que el Estatuto Real era demasiado moderado.
Durante la mayor parte del siglo XIX la corona no se limitó a jugar un papel de árbitro entre los partidos, sino que intervino activamente en la vida política, situándose siempre al lado de los moderados. La Corona nunca llamaba a formar gobierno a los progresistas, que recurrieron a los pronunciamientos para poder llegar al poder.
Ante el carácter moderado del Régimen de Martínez de la Rosa y de sus sucesores (Conde de Toreno), los progresistas recurrieron el verano de 1835 a numerosos levantamientos urbanos que comportaron la formación de milicias y juntas revolucionarias.
Como resultado de esta presión y ante el temor del avance carlista, María Cristina nombró jefe del gobierno a un progresista, a Juan Alvarez Mendizábal, que inició un programa de reformas que va a resultar decisivo. Lleva a cabo lo fundamental de la reforma agraria liberal entre 1835 y 1837:
- La disolución del régimen señorial: la desvinculación de la propiedad se hizo mediante una serie de decretos que abolieron los señoríos jurisdiccionales, los privilegios de la Mesta y las pruebas de nobleza para acceder al ejército y la administración.
- La desvinculación de las tierras: se lleva a cabo mediante la abolición del mayorazgo (propiedades nobiliarias), de todas las propiedades de mano muerta (propiedades de la Iglesia y otras instituciones) y de todas las formas de propiedad colectiva (tierras comunales y de propios). La tierra se transformaba así en una mercancía que dejaba de estar vinculada a una familia o a una institución, para poder ser comprada y vendida.
- La desamortización de Mendizábal.

2.2   La Constitución de 1837
En 1836 un pronunciamiento progresista de los Sargentos de la Guardia Real en La Granja de San Ildefonso (Segovia) obligó a la regente María Cristina a proclamar la Constitución de 1812 de Cádiz y a nombrar un nuevo gobierno que convocó elecciones a las a Cortes Constituyentes para reformar el texto constitucional de Cádiz.
La composición de las nuevas Cortes estaba en su mayoría integrada por los progresistas, que podían haber aprovechado la situación para elaborar una constitución acorde con sus ideales. Sin embargo, el resultado fue un texto tan distante de la Constitución de Cádiz de 1812 como del Estatuto Real de 1834, con el propósito de que fuese aceptada por moderados y progresistas. Uno de los hechos más importantes que dejó esta constitución es que implantó definitivamente en el país el régimen constitucional.
Entre sus características presentaba las ideas progresistas semejantes a la Constitución de 1812 como el principio de soberanía nacional, el reconocimiento de un gran conjunto de derechos a los ciudadanos, la división de poderes, un importante papel de las Cortes y la limitación del poder real.
Para atraer a los moderados recogió aspectos como la división bicameral de las Cortes formadas por el Senado, cuyos miembros serían designados por el rey; y el Congreso de los Diputados cuyos miembros serían elegidos electoralmente. También seguía concediendo amplios poderes al monarca como disolver y convocar a las Cortes. La ley electoral que se aplicó tras la aprobación de la constitución se basaba en un sufragio censatario muy restrictivo, lo que dejaba el censo electoral en el 5% de la población española.

3. LA REGENCIA DE ESPARTERO.1840-1843.

La Ley Municipal provoca levantamientos progresistas con la creación de juntas revolucionarias, manifestaciones dirigidas por la Milicia Nacional y los ayuntamientos progresistas.
Estos hechos culminan con la dimisión de Mª Cristina y Espartero pasa a ocupar la Regencia, al ser la única autoridad respetada gracias al prestigio conseguido en las guerras carlistas.
El periodo de la nueva Regencia siguió a grandes rasgos la línea progresista de desmantelamiento del régimen señorial y desamortización eclesiástica, con una nueva desamortización que afectaba a los bienes del clero secular o parroquial. 
La chispa que provocó un amplio movimiento en contra del general fue la adopción de medidas librecambistas el año 1842, que abrían las puertas a los tejidos británicos y perjudicaban la naciente industria catalana. En respuesta de esto en Barcelona se produjo un fuerte levantamiento al que Espartero respondió bombardeando la ciudad. Estos hechos hicieron que el regente perdiese su prestigio y el apoyo de buena parte de la población, incluida la mayoría de los progresistas. Las conspiraciones moderadas protagonizadas por sectores del ejército contrarios a Espartero y encabezadas por Narváez y O´Donell provocaron su dimisión. Para no tener que nombrar un tercer regente se decidió avanzar la mayoría de edad de Isabel II y proclamarla reina.

4. ISABEL II: LA ORGANIZACIÓN DEL RÉGIMEN LIBERAL.

Durante este periodo, una vez desmantelado el Antiguo Régimen, se procedió a la construcción del estado moderado, y ello fue obra, sobre todo, del partido moderado.

4.1 La década moderada (1844-1854)
Prosiguen los pronunciamientos, mejora la situación económica y se rompe el aislamiento internacional de España (Concordato 1851).
Narváez representa la posición centrista dentro de los moderados, partidarios de hacer una nueva constitución: 1845. Los derechistas pretenden volver al Estatuto Real de 1834 y los partidarios seguir con la de 1837.
Un conjunto de leyes y reformas completaron el proceso de formación del nuevo Estado moderado que en el periodo 1844-1868 institucionalizó el régimen liberal al servicio del nuevo grupo dominante: la burguesía terrateniente. Se elabora una nueva Constitución en 1845 cuyas características son: soberanía compartida entre el rey y las Cortes, estado católico, sufragio más censatario (1%), la convocatoria de Cortes corresponde al monarca y recortes a las libertades (especialmente de expresión y reunión).

·         Las reformas moderadas
* Ley de la Administración local de 1845: alcaldes de municipios de 2.000 habitantes o más y las capitales elegidas por el Rey, el resto por el Gobernador.
* Reforma de la educación: 10 universidades, nuevas especialidades. La Madrid central, es la única que puede expedir el título de Doctor.
* Concordato de 1851: se intenta la reconciliación con la Iglesia, suprimiendo la venta de los bienes desamortizados, la devolución de las no vendidas, reconocimiento de su papel en la enseñanza y el matrimonio canónico, único legítimo.
* Creación de la Guardia Civil en 1844 para garantizar el orden sobre todo en el medio rural. Fines civiles, estructura militar.
* Reforma fiscal de Alejandro Mon: intentaba racionalizar el fisco: impuestos para todos: impuestos directos (inmuebles, cultivos, industrias) e impuestos indirectos o "consumos" que encarecían los productos de consumo diario.

·         La caída de los moderados
A lo largo de la década moderada se desarrolló una política económica claramente favorable a los sectores agrarios terratenientes. Políticamente, los amplios poderes otorgados a la Corona y al poder ejecutivo propiciaron la formación de importantes grupos de presión, las camarillas, que acaparaban y se disputaban el poder al margen de la organización parlamentaria, lo que vició y corrompió el sistema. La manipulación y el control electoral degradaron definitivamente el sistema y dejaron a la oposición en la más absoluta marginación política.
Fue el proyecto de Bravo Murillo en 1852, sucesor de Narváez, de reformar la Constitución de 1845, con la finalidad de fortalecer más los poderes del ejecutivo en detrimento del Parlamento (miedo a la revoluciones de 1848). Este hecho iba precedido de la Ley de Poderes excepcionales que otorgó a Narváez un grado de autoritarismo. Fue  la chispa que encendió el descontento que condujo a progresistas, moderados descontentos y unionistas a levantarse contra el régimen, dando lugar, en 1854, al movimiento conocido como Vicalvarada.

4.2  El bienio progresista: 1854-1856
·         Causas del pronunciamiento de 1854
- Suben los precios del grano en una típica crisis de subsistencia frecuente en un país atrasado.
- El gobierno persigue a la prensa que había elegido la vida íntima de la reina como motivo de protesta, por la falta de libertad de expresión que imponía el gobierno.
- Descontento político de moderados puritanos, progresistas y demócratas (Reforma constitucional de Bravo Murillo).
El pronunciamiento militar se va a desarrollar en dos fases: La primera, de origen moderado se inició con el pronunciamiento de Alcalá de Henares en junio de 1854 dirigido por los generales Dulce y O´Donell. En Vicálvaro, en las afueras de Madrid se produce una batalla nada decisiva. Esto hizo comprender a los sublevados la necesidad de sumar a los progresistas al pronunciamiento (la Vicalvarada). 
En una segunda fase, a través de la publicación del Manifiesto de Manzanares, los sublevados tratan de atraerse a los progresistas al movimiento. Dicho manifiesto, redactado por Cánovas del Castillo, incluía importantes puntos del programa progresista: contra la "camarilla", por la rebaja de los impuestos, autonomía municipal, Milicia Nacional, nueva ley electoral y de imprenta
La Consecuencia inmediata de la publicación del Manifiesto de Manzanares es la formación de Juntas, barricadas en Madrid, Barcelona, Valladolid, Valencia. La Junta de Madrid se convierte en Gobierno, pero no puede controlar la situación. La reina llama a Espartero que pacta con O´Donell.

·         Evolución política
La principal tarea que van a llevar a cabo los progresistas es retomar la tarea de desmantelamiento del Antiguo Régimen, y la profundización del régimen liberal. El Gobierno progresista con O´Donell de ministro restaura la constitución de 1837, aunque ampliando el voto. Se intenta hacer una nueva, la de 1856 "non nata" (progresista).
Pero será en el terreno económico donde los progresistas llevan a cabo la tarea más importante, que se pone de manifiesto en la ley de desamortización de Madoz (mayo de 1855) y en la Ley General de Ferrocarriles (junio de 1855).

4.3. El gobierno de la Unión Liberal. 1856- 1868
El periodo comprendido entre 1856 y 1868 fue de alternancia en el poder entre la Unión Liberal y el Partido Moderado. Muy pronto los moderados vuelven al poder con Narváez a la cabeza.
A grandes rasgos podemos decir que entre 1858 y 1863, etapa de gobierno unionista, hubo una relativa estabilidad política, con intervención de los moderados, Unión Liberal y progresistas, quedando al margen carlistas y demócratas (prosperidad económica).
Los carlistas provocan un movimiento en 1860 con un desembarco en San Carlos de la Rápita que fracasa. También se producen revueltas campesinas que tenían como trasfondo las desamortizaciones, el sistema de quintas y los consumos.
En los últimos años se rompe el consenso, especialmente con la vuelta al poder de los moderados desde 1863, ya que la marginación de los progresistas fue mayor. Progresistas y demócratas recurren a los pronunciamientos, cuyo fracaso conduce a los líderes progresistas al exilio. Los años de 1866-1868 muestran una grave crisis económica:
* Crisis de subsistencia: crisis agraria en los años 1867-68 que agravó el desolador panorama de estos años. El precio del trigo aumentó en Madrid entre 1866 y 1868 un 100%
* Crisis financiera: provocada por la evidencia de que las inversiones ferroviarias no eran rentables. En consecuencia los valores de las acciones ferroviarias en la bolsa bajaron estrepitosamente. La deuda pública y la cotización del banco de España también se hundió. La consecuencia fue que se paralizó la construcción de la red ferroviaria y la quiebra de la mitad de los bancos. 
Mientras todo esto ocurre en 1866 demócratas y progresistas llegan al Pacto de Ostende (1866): derrocar a Isabel II y elección de una Asamblea Constituyente por sufragio universal (decidirá monarquía o república). En 1867 (muere O´Donell) se une la Unión Liberal al pacto, pero para cambiar la monarquía, no para sustituirla por la república.
La política exterior: Durante este último periodo del reinado de Isabel II se va llevar a cabo una política de prestigio, de exaltación nacionalista que en realidad no consigue el prestigio, si comparamos lo conseguido por España con la expansión de otros países. Las guerras de prestigio.

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