TEMA 12. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL
Este tema está realizado por el profesor Ángel Luis González Torres y lo podéis encontrar en la página www.antoniohernandez.es, en su seccción de temas de Historia de España.
Aunque España experimentó durante
esta época un proceso de modernización y aceleración industrial,
este fenómeno se concentró en la comarca de Barcelona (sector
textil) y en las comarcas de Bilbao, Oviedo-Gijón y Málaga (sector
sidero-metalúrgico). El desarrollo industrial se circunscribió a
estas zonas costeras relativamente reducidas por su fácil
accesibilidad por mar y por su proximidad con los países europeos
más avanzados económicamente, Francia y Gran Bretaña. El resto del
país permaneció virtualmente desindustrializado. Comparando el caso
español con la evolución de Inglaterra, Francia y Bélgica
observamos que la incorporación de España resultó tardía,
incompleta y desequilibrada tanto regional como sectorialmente.
- CAUSAS DEL RETRASO INDUSTRIAL
a) Motivos políticos: la pérdida de
los territorios americanos, la guerra de la Independencia, la
inestabilidad durante el reinado de Fernando VII y las guerras
carlistas más tarde.
b) La escasez de carbón. Este mineral
era de mala calidad y poco abundante en la Península.
c) La carencia de materias primas. Por
ejemplo, el algodón, materia básica para la industria textil
catalana, debía importarse.
d) La deficiente red de
comunicaciones, además de la orografía hispana, encarecía y
dificultaba los transportes.
e) El atraso tecnológico español.
f) La falta de capitales nacionales.
g) La dependencia técnica, financiera
y energética del exterior.
h) La debilidad del mercado interior
español a causa de la baja capacidad adquisitiva y de consumo de la
mayor parte de la población, especialmente de la rural.
i) El excesivo apego de los grupos
industriales españoles a las protecciones arancelarias, cuya
consecuencia fue la escasa competitividad en el mercado internacional
de los productos manufacturados españoles por su mayor precio y su
menor calidad.
j) El estancamiento de la agricultura
española.
k) Los resultados negativos de la
desamortización; asimismo, la compra de tierras desamortizadas
distrajo grandes sumas de capital que podrían haberse invertido en
la industria.
l) Factores socio-culturales como la
ausencia de mentalidad empresarial o el elevado índice de
analfabetismo, cuyo efecto económico consistió en dificultar a los
trabajadores la ampliación de sus conocimientos. La responsabilidad
del analfabetismo es atribuible a la insuficiente política educativa
estatal
- EL DESARROLLO TEXTIL CATALÁN.
La industria textil fue el motor de la
revolución industrial en Gran Bretaña y así ocurriría en España,
sobre todo en Cataluña que gozaba de una tradición manufacturera
textil desde la Edad Media con un paréntesis durante la invasión
napoleónica. Además, a partir de 1820 con la pérdida de las
colonias el mercado tradicional quedó liquidado.
Este paréntesis acabó en 1830 cuando
comenzó a desarrollarse la moderna industria textil financiada por
cultivadores de vid o indianos repatriados. La primera fábrica fue
fundada por Bonaplata después de estudiar los métodos de producción
en Gran Bretaña a finales del reinado de Fernando VII. Ésta
pretendía ser autosuficiente y, para ello, contaba con una fundición
de acero para hacer sus propias máquinas. El gobierno reembolsó
parte del capital de la empresa a Bonaplata y prohibió en 1827 la
llegada de algodón hilado del extranjero y en 1832 de manufacturas
de algodón. Así se instauraba un proteccionismo estatal contra la
industria textil inglesa y sus bajos precios.
Este despegue de la industria textil
fue frenado por la I Guerra Carlista ya que en 1835 la industria de
Bonaplata fue incendiada como consecuencia de la mencionada guerra y
el movimiento ludita
que manifestaba el descontento de proletariado y artesanos. Sin
embargo, de 1840 a 1861 la iniciativa de Bonaplata volvió a
activarse y se modernizó la producción. Las importaciones de
algodón se multiplicaron por seis.
Las fábricas textiles que movían sus
máquinas con la corriente de los ríos del interior pasaron a la
costa donde se les abastecía de carbón y algodón para “cambiarse
a la energía del vapor” y, paralelamente, convertir los
tradicionales talleres en grandes naves industriales donde cabían
las grandes máquinas y se concentraban muchos obreros. Fue una doble
transformación: concentración y cambio de localización.
La industria textil catalana ya estaba
por detrás de Gran Bretaña, EE.UU. y Francia pero por delante de
Bélgica e Italia. Los precios se abarataron y la gente pudo comprar
ropa que antes no podía permitirse; se consiguió abastecer el
mercado interior y el de las restantes colonias.
La guerra de Secesión en EE.UU. hasta
1865 disparó el precio del algodón crudo así que la lana ocupó su
lugar con sus centros de producción en Sabadell y Tarrasa que se
beneficiarían del trazado ferroviario que enlazaría Aragón con la
costa.
No ocurrió así con la seda que se
desarrolló notablemente en Valencia y Murcia desde la época
musulmana hasta que, en 1850-60, una plaga mató a las plantaciones y
dispararon su precio y, a causa de la aparición de tejidos
extranjeros de más bajo precio, los productores optaron por comprar
tierras desamortizadas impulsando así el regadío.
- LA SIDERURGIA
Sólo a partir de 1880 se consolidó
en Vizcaya una industria siderúrgica moderna. ¿Cuáles fueron las
causas del atraso de la siderurgia española? España era rica en
mineral de hierro pero el carbón mineral (el coque) era escaso y de
mala calidad. Además la demanda de hierro fue muy reducida hasta
finales de siglo.
El primer intento de instalar una
moderna siderurgia en España surgió en Málaga, con el fin de
explotar los yacimientos ferrosos de Marbella y Ojén. En 1832
funcionaron los primeros Altos Hornos en las factorías de La
Concepción en Marbella y La Constancia en Málaga. Pero la
dificultad más grave era la inexistencia de coque. Hacia 1860 decayó
esta fase de hegemonía de la siderurgia andaluza.
Asturias, por el contrario, cuenta con
las cuencas carboníferas de Mieres y Langreo. En 1848 se fundó un
Alto Horno en Mieres y en 1857 la Sociedad Metalúrgica Duro y Cía.
en La Felguera. A partir del año 1865 desplazó a la siderurgia
andaluza.
En las últimas décadas del siglo
XIX, la siderurgia vasca se convirtió en el símbolo de la
siderurgia española gracias a la abundancia de mineral de hierro, la
disponibilidad del coque inglés y del capital acumulado por
empresarios vascos. En 1860 la empresa Ybarra y Compañía instaló
Altos Hornos en Baracaldo.
- LA MINERÍA: LA DEPENDENCIA DEL EXTERIOR.
La debilidad financiera del gobierno y
el déficit crónico de la Hacienda propició que el desarrollo
siderúrgico en España fuera muy lento y retrasado. La Ley de
Ferrocarriles de 1855 tuvo como consecuencia la total dependencia del
capital extranjero y de sus locomotoras y raíles en vez del
desarrollo propio de la siderurgia española.
Lo mismo ocurrió con la minería que
hasta mediados de siglo pertenecía a la Corona y que después
pasaría al Estado para acabar a partir de 1868 en manos de compañías
extranjeras con largas concesiones que permitieron modernizar los
procedimientos y agotar los recursos. Los minerales extraídos fueron
el plomo, el cobre y el mercurio. El primero estaba situado de forma
dispersa por toda Sierra Morena y durante el último tercio de siglo
la producción de plomo de España fue la más importante de todo el
mundo sólo superado por EE.UU. al final de siglo.
Algo parecido ocurrió con el cobre en
el norte de Huelva ya que las compañías francesas e inglesas
extrajeron del suelo español dos terceras partes del cobre del mundo
hasta la I Guerra Mundial. La demanda de cobre se multiplicó por el
desarrollo de la electricidad y de las distintas aplicaciones del
ácido sulfúrico como fertilizante o pesticida así como para la
fabricación de la sosa cáustica necesaria para jabón, ropa…
Todos estos beneficios se perdían para España porque las empresas
explotadoras eran extranjeras.
El mercurio de Almadén cayó en manos
de la familia Rothschild que prestó dinero al gobierno a cambio de
noventa años de concesión. Sus ingresos fueron increíblemente
enormes.
En conclusión, la construcción del
ferrocarril y la explotación minera se hicieron en beneficio del
capital extranjero. El sistema ferroviario acabó de situar a España
en la periferia económica respecto a sus compañeros europeos que
explotaron el país mientras pudieron.
- OTRAS INDUSTRIAS
El desarrollo de la siderurgia daría
lugar al nacimiento de una industria metalúrgica y mecánica de
transformación de reducidas dimensiones. Primero en Cataluña, pero
El País Vasco se convirtió en el centro principal con la
fabricación de material ferroviario y de buques.
Dos nuevas industrias tendrán también
cierta importancia, la química y la eléctrica. La química ligada
en un principio a la textil (colorantes), a la fabricación de abonos
y de explosivos. Y la eléctrica: el alumbrado público aparecerá
por primera vez en Madrid en 1881.
Y, por último, las industrias
alimentarias: harinera (Valladolid y Santander), vinícola (Rioja,
Jerez, Requena-Utiel), pasera (Alicante), aceitunera, azucarera
(Granada), conservas de pescado (Vigo) y del corcho (Cataluña).
- EL TRANSPORTE Y SUS MODIFICACIONES.
En la España del siglo XIX el
problema del transporte fue uno de los obstáculos para la
modernización económica.
A pesar del notable programa de
construcción de carreteras, emprendido a partir de 1840 con el que
España contó a finales de siglo con unos 36.000 km., los progresos
fueron insuficientes. El transporte fluvial era casi inexistente dada
la naturaleza de los ríos. Sólo el transporte marítimo experimentó
en el siglo XIX un progreso considerable gracias a la mejora de los
puertos y a la introducción del vapor a finales de siglo.
La construcción de la red
ferroviaria en España
se retrasó unos treinta años respecto a los países europeos más
desarrollados, como Gran Bretaña o Francia. Atraso debido tanto a la
desidia gubernamental como al escaso desarrollo económico.
La primera ley de 1844 por la que el
estado se reservaba la concesión de las líneas ferroviarias, dejaba
su construcción a la iniciativa privada. Pero dio lugar a la
especulación y a una serie de escándalos. Tan sólo se construyeron
unas pocas líneas (Barcelona-Mataró, Madrid-Aranjuez,
Valencia-Xativa). Además se cometió un grave error técnico que se
arrastraría hasta nuestros días: el ancho de vía establecido era
mayor que la norma europea. Así, antes de 1855 sólo se habían
construido 475 km.
El impulso vino con la Ley General de
Ferrocarriles de 1855, aprobada por los progresistas. Por esta ley,
el Estado otorgaba una serie de ventajas económicas a las empresas
constructoras: facilitaba la creación de Sociedades anónimas,
garantizaba una rentabilidad mínima del 6 por 100, la libre
importación de material para el ferrocarril. Además, se completaba
con la Ley Bancaria de 1856 que permitió la rápida formación de un
sistema financiero para, entre otras cosas, financiar la construcción
de la red ferroviaria.
6.1 Las compañías ferroviarias.
Entre 1856 y 1866 la red de
ferrocarriles alcanzó unos 5.000 km. Esta aceleración se debió al
apoyo estatal y a la aportación del capital, de la tecnología y de
la iniciativa extranjera, sobre todo francesa. Tres grandes compañías
ferroviarias ligadas a su vez a tres grupos financieros franceses
acapararon las concesiones y las subvenciones estatales.
¿Cuál fue el impacto de los
ferrocarriles en la economía española? Su contribución a la
demanda de productos siderúrgicos y de las industrias mecánicas fue
escasa ya que hasta 1891 se toleró la libre importación de todo el
material ferroviario. En cambio tuvo una gran importancia en la
demanda de carbón y de empleo (unas 125.000 personas empleadas fijas
en el ferrocarril). Pero el ferrocarril se construyó con retraso y
precipitación. Se ha criticado su trazado radial y la mala calidad
de la infraestructura, además del error del ancho de vía.
- POLÍTICA COMERCIAL: PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO.
Los aranceles, es decir, las tarifas
que se aplican a las mercancías que entran en un país, se emplean
bien como instrumento , para recaudar impuestos (arancel fiscal) o
bien a fin de proteger la economía del país de la competencia de la
importaciones (arancel proteccionista).
Durante el siglo XIX los gobiernos
españoles, los comerciantes, los agricultores, los industriales y la
opinión pública se debatieron entre la alternativa de una política
proteccionista (aranceles elevados) o una librecambista (aranceles
bajos).
- Los proteccionistas, principalmente, los industriales del algodón de Cataluña agrupados en la asociación Fomento del Trabajo Nacional, adujeron que la protección era imprescindible para el desarrollo de la industria nacional frente a la competencia extranjera, sobre todo inglesa.
- Los librecambistas, comerciantes, exportadores de productos agrarios y compañías de ferrocarriles crearon la Asociación para la Reforma de los Aranceles y tuvieron eco en las masas urbanas para las que librecambio significaba pan barato.
Para el Estado, siempre con apuros
presupuestarios, lo deseable era un arancel bajo que incrementase el
comercio exterior y, por tanto, los ingresos. No obstante, la
política arancelaria española fue proteccionista hasta el llamado
"arancel Figuerola" de 1869, relativamente librecambista
(establecía unos derechos arancelarios muy pequeños para la inmensa
mayoría de los productos). Pero desde finales de 1891 se retornó a
una política netamente proteccionista.
Desde el punto de vista de la economía
española, todavía sigue discutiéndose si la protección contribuyó
o no al desarrollo de la agricultura y de la industria.
- BALANCE FINAL DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN ESPAÑA.
Para hacer un balance final de la
Revolución Industrial podríamos empezar diciendo que, en general,
cabe desterrar la idea de fracaso, porque la R. Industrial se
realizó, aunque fuese una revolución incompleta porque no afectó
en profundidad a todos los sectores, y desequilibrada, porque esos
mismos sectores no se desarrollaron de un modo armonioso y porque fue
cuajando en muy pocas zonas (Asturias, Cataluña, Vizcaya) a las que
se irían añadiendo algunas otras en el siguiente periodo. Por lo
que respecta a su carácter tardío, lo fue respecto a la Europa
atlántica, pero no respecto al resto de Europa en general.
En agricultura se realizó la reforma
agraria, pero ni se quiso ni se hubiera podido hacer la reforma
agraria que hubiera sido de desear, pensando, además, ingenuamente
que bastaría entregar todas las tierras a la iniciativa privada para
que la agricultura desarrollase todas sus potencialidades.
En industria, se logró efectivamente
una cierta industrialización, pero limitada a algunos sectores y
regiones. La industrialización arrastró, además, el problema de la
falta de capitales y tecnología, lo que, de un lado, la hizo
dependiente del exterior y, de otro, la empujó a refugiarse en el
proteccionismo ante la falta de competitividad.
En minería, se inició una gran
explotación de los recursos, pero no se pudieron aprovechar las
riquezas del subsuelo para crear una industria metalúrgica que, a su
vez, impulsase la industria de la transformación.
En transportes y comercio, se logró
constituir el mercado nacional y dotar al país de una red
ferroviaria básica que resultaba imprescindible, pero no se pudo
hacer de su construcción el gran motor de la industria nacional y se
pagó un precio muy alto.
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