TEMA 2. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE AL ÁNDALUS

TEMA 2 LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE AL ÁNDALUS.

1) INTRODUCCIÓN:

Desde el año 711 hasta el año 1492 se constata la presencia musulmana en la península Ibérica, que la historiografía nos ha mostrado con el nombre de Al Ándalus, que aparece por primera vez en el año 716.
El siglo XI marca un cambio de tendencia en la preeminencia islámica sobre los reinos cristianos. El año 1031 simboliza el inicio del fin del predominio islámico en la península y el desarrollo de los reinos cristianos en lo que se ha denominado “reconquista”. No podemos conocer la historia andalusí sin entender la historia de los reinos cristianos.
Hay un debate historiográfico basado en la posible islamización de Hispania, o, al contrario, la posible hispanización de los musulmanes que llegaron a la península. Américo Castro ha considerado decisiva la aportación musulmana a la historia de España, pensamiento contrario al de Sánchez-Albornoz.


2) DESARROLLO:

2.1 La conquista musulmana de España:
Para entender la rápida conquista de la península por los musulmanes tenemos que tener en cuenta dos factores previos: la rápida expansión del Islam iniciado en el 632 d. C. que les lleva a la península en menos de un siglo, y las luchas nobiliarias a las que había llegado la monarquía visigoda.
El wali en el Magreb, Musa Ibn Nusayr acudió a la llamada del conde don Julián, gobernador de Septem (Ceuta) para ayudar a la facción nobiliaria que apoyaba a los partidarios de los herederos de Witiza, en contra de don Rodrigo, a quien consideraban como un usurpador en el trono.
La invasión comienza en el 710 con la incursión de un centenar de hombres, pero en el 711 se realizó el paso decisivo de Tarik Ibn Ziyad con varios miles de bereberes por el estrecho, y que derrotaron a don Rodrigo en la famosa batalla de Guadalete. En el 712 Musa cruzó el estrecho con el resto del ejército, formado principalmente por árabes.
Habría que analizar la conquista musulmana contemplándola como una intervención de ayuda hacia la facción nobiliaria contraria a don Rodrigo, por lo que los grupos witizanos apoyaron en un primer momento la invasión, como se demuestra con la firma de numerosos pactos de capitulación, como el famoso de Teodomiro. Estos pactos de capitación podían ser suhl, que suponían una derrota y se establecían condiciones desfavorables para los firmantes, o ahd, que significaban la sumisión y respeto de gran parte de sus costumbres y propiedades, entre ellas la libre práctica de su fe religiosa, como nos muestra García Valdeavellano.
En ambos casos, los hispanogodos quedaron sujetos al pago del impuesto personal o chizia, y del tributo territorial o jarach.
No hay seguridad sobre los lugares en donde se asentaron los distintos grupos raciales de origen musulmán, pero parece ser que los árabes y los sirios, que vinieron a sofocar la rebelión bereber en el 741, lo hicieron en las zonas fértiles y llanas, y los bereberes en las tierras montañosas de la meseta central.
El empuje conquistador les llevó hacia el norte hasta que Carlos Martel los frenó en el año 732 en la batalla de Poitiers. Este hecho para Henry Pirenne fue clave para la historia europea.

2.2 Al-Ándalus: Emirato dependiente de Damasco (714-756)
Fue gobernada por Musa hasta el año 714 siendo un emirato o provincia del califato omeya. En ese año Abdalaziz sustituyó a su padre como wali o emir. La capital del emirato en un primer momento fue Sevilla, y Córdoba a partir del 716.
Hay que destacar los numerosos conflictos internos que se sucedieron en este período entre los qaysíes y los yemeníes (tribus árabes rivales), y la rebelión bereber del 741 que provocó la llegada de los sirios para sofocarla. La propiedad de la tierra estaba detrás de estos actos rebeldes.

2.3 El  emirato independiente de Córdoba (756-929)
La independencia del emirato de Córdoba se inició con la llegada de Abderramán a la península, el único miembro de la familia Omeya que sobrevivió a la masacre realiza por los Abbasíes a su familia en el 750, convirtiéndose en Abderramán I (756-788) que fortaleció su gobierno y creó un ejército profesional, que pudo hacer frente a la incursión de Carlomagno del año 778.
Se concentraron en el Emir todos los poderes políticos y jurídicos del Estado, pero no los religiosos. Nombraban visires o ministros, y destacaba la presencia del hachib, o primer ministro como principal figura de la administración, y que va a resaltar con la presencia de Almanzor. Los cadíes ocupaban los cargos judiciales, ya que eran los únicos que podían interpretar la ley coránica.
Tras el breve gobierno de Hisam I (788-796) se inician las revueltas internas por los grupos muladíes (hispanogodos convertidos al Islam) y por los mozárabes (hispanogodos que conservan el cristianismo en suelo islámico). Al-Hakam I (796-822) sufre estas revueltas en las marcas o zonas fronterizas, destacando “la jornada del foso” como respuesta a estas revueltas.
Abderramán II (822-852) organizó el Estado introduciendo la doctrina sasánida (persa) que sustituyó a la doctrina malikí, y las revueltas se mantuvieron, en especial con los mozárabes, y al final de su gobierno, los muladíes, destacando los Banu Qasi.
Es en este período cuando se configura la administración del califato con las figuras del califa, hachib, visires y cadíes como principales actores políticos, y en cuanto a la administración territorial, se formaliza la división entre coras e iqlim, que son unas circunscripciones más reducidas. Los territorios fronterizos toman el nombre de marcas.
En cuanto a la administración central destaca la cancillería u oficina de documentos oficiales, la hacienda, que se encargaba de la recaudación, y el servicio de correos.

2.4 El califato de Córdoba. Apogeo político y cultural de Al-Ándalus.
Abderramán III (912-961) consiguió pacificar su territorio, al que llevó a su mayor apogeo, acabando con las rebeliones muladíes y mozárabes.
La adopción del título de califa en el año 929 significó la independencia religiosa de Al-Ándalus, entendida como una acción defensiva ante el poder fatimí, deseoso de unificar todo el Islam bajo su bandera, ya que ellos fueron los que rompieron primero la unidad religiosa del Islam a principios del siglo X. con este título Abderramán se convertía en el principal poder político y religioso de Al-Ándalus, cosa que no habían hecho sus predecesores.
Abderramán III intervino en el Magreb conquista Melilla y Ceuta, a partir de su marina instalada en Almería. Además sostuvo guerras con los reyes cristianos y tuvo relaciones diplomáticos con Bizancio y con el Imperio de Otón I.
Este apogeo político vino de la mano de un apogeo cultural y económico que convirtió a Córdoba en la ciudad más importante del occidente europeo en este momento.
La cultura tuvo un fuerte impulso con el gobierno de Al Hakam II (961-976), como se muestra en la propia mezquita de Córdoba o en su inmensa biblioteca.

2.5 Almanzor. Crisis y fin del califato de Córdoba. Reinos de Taifas.
Hisham II (976-1012) no tenía conocimientos de política por lo que la dirección del Estado pasa a manos de su hachib, Almanzor, que comienza un período que se ha denominado como dictadura amirí.
Basó su poder en un fuerte ejército compuesto por mercenarios berberiscos adictos a su persona. Ese poder se sustentaba en las victorias militares, conocidas como aceifas (incursiones militares) como las de Zamora, Barcelona, Santiago de Compostela, Coimbra, León y otras plazas, que engrandecieron su leyenda y arruinaron al califato a su muerte. Sus hijos no tuvieron el mismo porte que su padre, y Sanchuelo no pudo hacer frente a una sublevación árabe y eslava, que acabó con su vida en 1009.
Desde el 1009 al 1031 se desarrolla la gran fitna, que es un período de guerra civil entre los diferentes reyezuelos que intentaban controlar lo poco que quedaba del poder califal, hasta que en el año 1031, se desintegra oficialmente el califato por un grupo de notables de Córdoba.
A partir de esta fecha se desarrolla una nueva etapa caracterizada por la descomposición del poder islámico y la aparición de poderes locales o Reinos de taifas, y que supuso el inicio del predominio cristiano en el medievo peninsular, gracias al pago de las famosas parias, que recibían los reinos cristianos a cambio de mantener un período de paz, y que arruinó a estas taifas, y enriqueció a los reinos cristianos.
Podemos dividir estas taifas en tres grupos según su origen étnico:
-Taifas árabes o muladíes: Como las de Córdoba o Sevilla.
-Taifas bereberes: Como las de Málaga y Granada.
-Taifas eslavas: Como las de Almería, Valencia, Denia y Baleares.

2.6 Evolución posterior. Almorávides, almohades y nazaríes.
La disgregación del califato y la caída de Toledo en 1085 a manos cristianas, provocaron que los reyezuelos llamaran a un poder exterior para intentar hacer frente al avance cristiano. Pidieron ayuda al sultán almorávide Yusuf Ibn Tasufin que consiguió frenar el avance cristiano en Zalaca (1086) y aglutinar todas las taifas como parte de su imperio.
Los almorávides impusieron un rigorismo religioso y una fuerte carga fiscal, con lo que la población se sublevó y aparecieron las segundas taifas (1147-1170), entre las que destacan la del Rey Lobo Ibn Mardanish en Murcia. En este período de crisi se reanudó el avance cristiano y un poder de nuevo extranjero, esta vez los almohades, volvieron a unificar el territorio desde la segunda mitad del siglo XII hasta la famosa batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que puso fin al Imperio Almorávide en la península, y abrió paso a una nueva etapa de poderes locales o taifas, entre las que va a surgir la nazarí de Granada, con Muhammad I Ibn Nasr a partir de 1238, de origen bereber.
Además de esos nazaríes también hay que destacar a Ibn Hud en Murcia que intentó aglutinar la mayoría de las taifas bajo su poder, y murió en Almería pocos años antes de que las tropas de Alfonso X entraran en la capital murciana.

3 CONCLUSIÓN:

Al-Ándalus tuvo como elemento negativo crónico en su historia las continuas rebeliones que no le permitieron construir las bases sólidas de un Estado centralizado, y como elemento positivo, un gran aporte cultural que trajo parte de la cultura oriental a la península.
Además en la península se enfrentaban dos realidades que hacían de este territorio un paradigma en el Medievo: por un lado, una civilización urbana, la islámica, y por otro lado una civilización rural que se correspondía con el resto del continente europeo pero con connotaciones propias, como veremos en el siguiente tema.

Esta dualidad enriqueció la Historia de España y configuró de forma decisiva las bases culturales de nuestro país en palabras de Américo Castro. Además Huizinga considera a la etapa del califato como el primer gran renacimiento que se desarrolla en la historia, desde el punto de vista artístico y cultural.



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