TEMA 5: CARLOS I DE ESPAÑA Y V DE ALEMANIA. POLÍTICA INTERIOR Y POLÍTICA EXTERIOR



INTRODUCCIÓN:

La monarquía autoritaria de los Reyes Católicos inicia la Edad Moderna y el establecimiento del Estado Moderno. Este proceso se fortaleció con los Austrias o Habsburgo durante el siglo XVI, período de máximo esplendor, y el XVII, período de decadencia.
A la muerte de Isabel la Católica en 1505 hereda el trono su hija Juana y su marido Felipe, que muere pocos meses después. Tras la incapacidad de Juana es Fernando, su padre, junto al Cardenal Cisneros, el que se hará cargo del reino hasta su muerte en 1516. Será en ese momento cuando Carlos comience su reinado en España.
Recibe una herencia inmensa ya que poseía los reinos de Castilla, Aragón, Sicilia, Nápoles, Cerdeña, Rosellón, Cerdaña, y todo el territorio de América, por herencia de sus abuelos maternos, los Reyes Católicos. A esto hay que sumar los estados que configuraban el Imperio centrado en Alemania y Austria por herencia de su abuelo Maximiliano, y los Países Bajos, Flandes y el Franco Condado por su abuela paterna, María de Borgoña.
Carlos llegó rodeado a la corte castellana de extranjeros, entre los que destaca la figura del obispo Adriano de Utrecht, que manejó durante un tiempo la política de sus dominios. No hablaban castellano y ocuparon los principales cargos de la administración, lo que enfureció a la población, sobre todo de los notables, que se vio apartada de los principales cargos.
Fue reconocido rey por el beneplácito de su madre Juana, pero la oposición se mantuvo firme, sobre todo cuando pretendió financiar su empresa imperial con los fondos castellanos.
Durante su reinado su condición de defensor de la cristiandad lo mantuvo ocupado y alejado del territorio peninsular. Abdicó en 1556, dos años antes de su muerte, dividiendo su Imperio en dos partes: la monarquía hispánica para su hijo Felipe II, el Imperio para su hermano Fernando.

DESARROLLO

1 Política Interior:

En política interior se destacan los dos conflictos que tuvo que apaciguar al inicio de su reinado por su condición de rey extranjero y su obsesión por el Imperio. Son revueltas de origen nobiliario y popular, con un claro carácter político y que iban encaminadas al mantenimiento de los fueros y el poder tanto en Aragón como en Castillo, por lo que también adquieren un tinte social y antiseñorial.

1.1 La revuelta de las Comunidades (1520-1522).
Se desarrollan en Castilla y tiene como antecedente la inestabilidad política que había desde la propia muerte de Isabel, ya que muchos consideraban ya a Fernando como un regente extranjero. La llegada de Carlos y su séquito de extranjeros no hizo más que aumentar esa crispación.
Muchas ciudades castellanas se levantaron contra el rey reclamándole más atención a los asuntos propiamente castellanos. Además pedían que los principales cargos de la administración no fueran ocupados por extranjeros, que se respetaran las leyes de Castilla, que residiera en el reino, y que protegiera la exportación de la lana.
Ante esta situación, la respuesta de Carlos fue convocar las Cortes sólo para pedir que sufragaran los gastos que iban a ocasionar su proclamación como emperador. La respuesta de las ciudades fue la sublevación. Toledo, Segovia, Burgos, Ávila, y Murcia durante un tiempo, entre otras, se constituyeron en juntas formando la Junta General del reino y ofrecieron la corona a Juana, que ésta rechazó.
Un movimiento protagonizado por hidalgos y por la clase media urbana pronto salpicó a los campesinos, que protagonizaron revueltas de carácter antiseñorial por el reino, por lo que la nobleza terrateniente se posicionó del lado del monarca.
En la batalla de Villalar en 1521 el ejército real aplastó al ejército comunero y supuso el inicio del fin de la sublevación. Finalmente, los cabecillas del movimiento, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados públicamente, mientras que concedió el perdón real en forma de amnistía a casi 300 comuneros.
Las Comunidades y el triunfo sobre ellas de Carlos I, supusieron el establecimiento definitivo de la monarquía autoritaria en Castilla a costa de la pérdida del poder de las élites urbanas y del retroceso de la incipiente actividad lanera, ya que tuvieron que hacer frente al pago de fuertes recargos económicos en forma de impuestos, para reparar el agravio.

1.2 La revuelta de las Germanías (1519-1523).
Casi al mismo tiempo que se sucedían los hechos en Castilla, se producía una nueva rebelión en Aragón donde el pactismo, enmarcaba el telón de fondo de todo el proceso, afectado a casi todo el territorio de la Corona de Aragón.
Fue un conflicto más social que político donde las asociaciones gremiales tuvieron un papel destacado, ya que iniciaron el proceso con el protagonismo del artesanado y de la incipiente burguesía contra la nobleza urbana y la alta burguesía que gobernaba en las ciudades, lo que nos recuerda al conflicto de la Biga y la Busca de Barcelona.
La mala situación económica y la nula participación política en el gobierno de las ciudades prendieron la mecha del conflicto en Valencia, donde los agermanados se hicieron con el control de la ciudad en el verano de 1519.
Mientras la rebelión antinobilaria se extendió por la zona rural expandiendo el conflicto a todo el territorio de Valencia, se estableció para la coordinación una serie de juntas revolucionarias que controlaban distintos territorios pero que fomentaron más la desunión del movimiento que la colaboración del mismo.
Un dato propio de este movimiento es que los agermanados también fueron contra los moriscos motivados por su odio religioso y porque lo consideraban colaboradores del poder real.
Finalmente, el ejército del virrey aplastó la rebelión en 1522 disolviendo lo que quedaba de su unidad. Hubo además un proceso parecido en las Baleares que fue más fácilmente derrotado que el anterior.
La pacificación total del reino no llegó hasta 1528 cuando el monarca otorga un perdón real. Este proceso, al igual que en Castilla, también supuso un afianzamiento de la autoridad real en los territorios de la Corona de Aragón, donde el pactismo, hacía más difícil ese hecho.

1.3 Instituciones:
El aparato de gobierno del Imperio era muy complejo. Junto al monarca se encontraban los secretarios y ayudantes más directos, y se siguieron desarrollando la configuración de los diferentes consejos, ya iniciados con los Reyes Católicos, creando ese sistema polisinodial.
Existían una serie de consejos de asuntos o especializados que se encargaban de resolver las cuestiones de Estado, como el de Guerra, el de las Órdenes Militares, el de Hacienda o el de la Santa Inquisición. Junto a éstos se desarrollaron otros consejos de carácter territorial como el de Aragón, el de Castilla (acabó siendo el embrión del Consejo de Estado), el de Italia, el de Flandes o el de América.
El Consejo de Estado se ocupaba fundamentalmente de la política exterior, y la justicia estaba en manos de las Audiencias de Granada y Valladolid, a la que se sumarían otras nuevas en los territorios más alejados.
Las Cortes siguieron celebrándose por reinos, manteniendo su carácter estamental, y sufrieron una continua pérdida de influencia, ya que sólo se convocaban para aprobar nuevos subsidios.
El poder local estaba bajo la administración de los cabildos y concejos, y la presencia de los corregidores, que mantenían sus funciones de tiempos de los Reyes Católicos, mientras que en la administración territorial destaca la figura del virrey, que en algunos reinos recibía el nombre de gobernador.
Esta configuración de instituciones se mantenía gracias a un ejército poderoso dependiente del rey y organizado en sus famosos tercios. Las numerosas guerras sufridas en el siglo XVI fueron parte del inicio de la crisis del siglo XVII por su elevado coste.

2 Política Exterior:

Carlos V se autoproclamó como el defensor de la Cristiandad y se impuso la misión de mantener una monarquía cristiana y universal. Esta  Cristiandad es una idea prematura de una unión de las naciones de Europa bajo la soberanía de un poder civil, en este caso el Emperador, y otro poder religioso, el Papado. Algunos autores lo consideran como un precedente de la idea de la Unión Europea actual. Para mantener este proyecto tuvo que hacer frente a una serie de dificultades:

2.1 Las guerras con Francia:
Francia era enemiga de Aragón desde el medievo. La guerra estalló por el control de la península italiana y la pugna por los condados de Flandes y Borgoña situados al norte de Francia.
El control del ducado de Milán era fundamental como enclave estratégico tanto para el Imperio como para Francia. Se desarrollaron un total de tres guerras por su control:
-En la primera guerra se produjo una victoria española en Pavía en 1525 que acabó con el monarca francés Francisco I hecho prisionero, con lo que se le obligó a firmar el Tratado de Madrid en 1526 muy humillante para Francia, pero que anuló una vez puesto en libertad.
-En la segunda guerra Francia obtuvo el apoyo del Papado, lo que ocasionó el famoso saqueo de Roma por las tropas imperiales en 1527. La guerra fue de nuevo vencida por los españoles y se firmó la Paz de Cambray por la que España renunciaba a Borgoña a cambio de que Francia renunciara a Italia. A partir de aquí Carlos fue ungido por el Papa como Carlos V de Alemania.
-En la tercera guerra las hostilidades se reanudaron de forma intermitente hasta que finalizaron en la definitiva Paz de Crépy en 1544 porque el emperador tuvo que centrarse en los problemas del Imperio.

2.2 Las guerras en Alemania:
En este sentido debemos diferenciar el factor religioso contra los protestantes que rompieron la unidad católica, y por otro lado, el factor político, contra los príncipes alemanes que querían libertad religiosa y política. La secularización de los bienes eclesiásticos por parte de los príncipes alemanes que se pasaron al protestantismo provocó el enfrentamiento armado. Crearon la Liga de Smalkalda y entablaron varias guerras contra las tropas imperiales, contando con la ayuda de Francia.
En la batalla de Mülhberg en 1547 ambos bandos se enfrentaron sin llegar a tener un claro vencedor. Finalmente en 1555, con la Paz de Augsburgo el emperador tuvo que conceder la libertad religiosa, tras la fórmula de “cuius regio, eius religió”, con la que la opción religiosa del príncipe, se aplica a todos los habitantes de su territorio, por lo que se configura como una religión de Estado, y una gran pérdida de almas para el catolicismo, que tuvo su influencia en el posterior Concilio de Trento.

2.3 La guerra contra los turcos:
Los turcos acabaron con los bizantinos en 1453 y desde ese momento comenzaron una política de expansión por el Mediterráneo y por Europa Oriental. Carlos se sintió obligado  hacer frente a la amenaza turca, que representaban un peligro para su idea de Cristiandad, por lo que se enfrentaron en Túnez en 1535 con victoria, y en Argel en 1541, con una derrota, por lo que el Mediterráneo quedó dividido en dos zonas de influencia. Su avance terrestre por Europa si quedó frenado a las puertas de la misma Viena.
Será su hijo, Felipe II el que ponga fin al problema turco y al francés.

CONCLUSIÓN:

Con Carlos comienza una dinastía en España, los conocidos como Austrias o Habsburgo y comienza el período en el que España ha sido la potencia hegemónica de Europa, sobre todo en el siglo XVI, ya que en el XVII comienza su decadencia.
Es la época ensalzada a lo largo de nuestra más reciente historia, ya que en este período se dieron la expansión y conquista del Nuevo Mundo, el Siglo de Oro de la cultura y el establecimiento definitivo del Estado Moderno.
Castilla fue el centro de toda la administración por su mayor peso tanto demográfico como económico, ya que el descubrimiento de América era cosa castellana, al igual que los paños meseteños. Este enorme apogeo llevó al monarca a establecer continuas guerras, como ya hemos visto anteriormente, que en lo ideológico aumentaron su hegemonía, pero en lo social y en lo económico, fueron la base de la decadencia posterior. La hacienda, tras el reinado de Felipe II que siguió una política muy parecida a su padre, se arruinó, y obligó a Felipe III a proclamar la pax hispánica a comienzos del XVII, para no tener que volver a situaciones de bancarrota.
Para intentar paliar esta situación Carlos incrementó las alcabalas (impuesto sobre las transacciones comerciales), acudió a los juros (emisión de deuda pública) y los asientos (préstamos bancarios). El incremento galopante de la deuda pública creaba una situación hegemónica ficticia, que auguraba una caída que situaría a España como potencia de segunda fila.
Los metales preciosos llegados de América no hicieron sino incrementar esta situación e impedir el desarrollo de una protoindustrialización en suelo hispánico, que ya se hizo evidente a la muerte del último monarca de esta dinastía en 1700 Carlos II, y el cambio dinástico que se desarrolló a partir de entonces.
Francia, finalmente, ganó la partida.



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