UNIDAD DIDÁCTICA 1. EL ANTIGUO RÉGIMEN Y EL CENTRALISMO DE LOS BORBONES
0.
INTRODUCCIÓN
El Antiguo Régimen es el sistema
político, económico y social, que se da en los siglos XVI, XVII y XVIII,
en Europa, y que sería sustituido por el nuevo régimen tras el triunfo de las
revoluciones liberales. Caracterizado por la monarquía absoluta, la economía
señorial de base agraria y la sociedad estamental. En España pervive hasta la
implantación definitiva del régimen liberal, a la muerte de Fernando VII en
1833.
En España, el Antiguo Régimen
queda constituido en sus características básicas durante el reinado de los
Reyes Católicos y consolidado con los Austrias en los siglos XVI y XVII,
transformándose con los Borbones en el siglo XVIII, puesto que,
sus estructuras empezaban a quedarse
obsoletas e inapropiadas para las transformaciones sociales y económicas que se
estaban produciendo.
En el siglo XVIII, La entronización de la
dinastía de los Borbones en España coincide con un serio proyecto de modernización
y reforma de nuestro país. La nueva dinastía
borbónica impone en España el modelo francés de monarquía absoluta y
emprende un amplio programa de reformas, dirigidas a establecer un poder
centralizado, que chocará con la descentralización tradicional de los
Austrias.
1.
EL ANTIGUO RÉGIMEN
1.1. CARACTERÍSTICAS SOCIALES.
El siglo XVI coincide con la expansión
demográfica y el siglo XVII es un siglo de estancamiento o incluso de descenso
demográfico, mientras que el XVIII experimenta un aumento demográfico que hace
que la población española aumente en 3 millones entre principios y finales de
la centuria.
El
escaso crecimiento poblacional de los primeros siglos se debe al alto índice de
mortalidad, destacando sobremanera la incidencia que la mortalidad tenía entre
la población infantil y la corta esperanza de vida. Todo ello, sin duda, va a
estar motivado por el escaso desarrollo de avances médicos e higiénicos. Las
medidas como creación de pósitos, hospitales, cementerios,… y la menor
incidencia de catástrofes explican el incremento demográfico durante el XVIII.
Un 80% de la población se concentraba
en Castilla donde muchas ciudades ven aumentar el número de sus habitantes,
predominando la población rural sobre la urbana.
La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida en tres
estamentos y sus características esenciales eran la desigualdad jurídica, el
privilegio y el inmovilismo. Divida en dos grupos: privilegiados, formado por la nobleza y el clero, que poseían la
mayor parte de la tierra, cobraban tributos
en beneficio propio, no tenían que pagar impuestos y ocupaban casi todos
los cargos públicos; y no
privilegiados, al que pertenecía la mayoría
de la población, desde pobres campesinos, clases populares urbanas, hasta
ricos burgueses y comerciantes que, con su trabajo y sus impuestos, sostenían
económicamente al Estado y se hallaban marginados de los centros de decisión
política.
·
Privilegiados. El poder económico y político del país estaba en manos de la nobleza
y del clero, pues poseían la mayor parte de las tierras y de los señoríos
jurisdiccionales, mediante los que ejercían en un determinado territorio, las
funciones de gobierno, administración y justicia en lugar del rey. Además, les
correspondían una serie de privilegios de tipo económico, como la exención de
impuestos, cobrar algunos tributos o
tener el monopolio de algunos servicios básicos como el uso de molinos, hornos,
lagares, ríos, montes, etc., así como de aduanas señoriales, peajes de puentes, derechos preferentes de
venta etc.
La nobleza. La apropiación de la tierra, por parte de la nobleza, proviene de
títulos nobiliarios feudales, que en España se relacionan con la Reconquista.
Además, mediante la institución del mayorazgo, se aseguraba el mantenimiento
del prestigio del linaje en el tiempo y la acumulación patrimonial. La nobleza estaba formada por unos 500.000
personas: desde los hidalgos más pobres que prácticamente lo único que
tienen es su origen nobiliario, hasta la alta nobleza, grandes
de España, que vivían en la corte y compartían con la corona gustos y
aficiones.
La mentalidad nobiliaria
impregnaba toda la sociedad, el desprecio por el trabajo manual, considerado
deshonesto por los privilegiados, retrasó y dificultó la iniciativa empresarial.
Carlos III intentó -sin conseguirlo- que esta nobleza ociosa impulsara la
economía española al dignificar los oficios, para acabar con el viejo concepto
de "la deshonra legal del trabajo"(Real Cédula de 18 de marzo de
1783), y se dieron facilidades a los inversores.
El clero, mantenía una gran influencia, había acumulado gran cantidad de tierras
procedente de las donaciones y del diezmo que recibía de los campesinos Existía un Alto Clero (cardenales, obispos, abades,
etc.) de vida ostentosa y un bajo clero
(formado por la mayoría del clero regular y secular - párrocos,
monjes-), que tienen la misma situación
económica que sus feligreses.
Percibía
unos ingresos muy variados: diezmos
(por lo general décima parte de lo cosechado); “el voto de Santiago” (impuesta
sobre la cosecha de trigo que la corona de Castilla pagaba a la archidiócesis
de Santiago); legados que arrancaban a moribundos; obsequios; limosnas;
ingresos procedentes de bautizos, misas, matrimonios, entierros, etc.
·
No privilegiados. Los grupos burgueses
empiezan a ser más numerosos e influyentes en las cada vez mayores ciudades,
pero sin posibilidad de ascenso social.
Los campesinos,
constituían el grueso de la población. La
mayoría de los campesinos trabajaban unas tierras que no eran suyas, y, además
de pagar la renta al propietario, su economía estaba gravada por el diezmo
eclesiástico, los tributos estatales, y el sometimiento a los derechos
inherentes de los señoríos jurisdiccionales, por lo que se mantenían en los
límites de la supervivencia.
La mayoría de ellos eran analfabetos cuya única formación (si la habían
tenido en algún momento de sus vidas) había llegado a través de la Iglesia.
Poco interés tenía por la cultura o las reformas que se planteaban desde una
corte que está a años luz de sus intereses. Por ello los ilustrados
centraban parte de su interés por las reformas en la instrucción, es decir,
en la educación y en la formación de las personas.
Además, pertenecían a este estamento
la variopinta población urbana. Por ejemplo, los artesanos agrupados
en gremios. Eran tremendamente conservadores, partidarios de mantener el
control de la producción que ejercían los Gremios. Eran enemigos de cualquier
cambio en el A. Régimen, del libre mercado y de la libre concurrencia. Eran
abundantes y poderosos en las ciudades del interior.
Frente a ellos, un grupo reducido
de burgueses: comerciantes, armadores, prestamistas,
fabricantes y profesionales, poderosos en las zonas costeras, ideológicamente
avanzados y partidarios de cambios drásticos y de terminar con el Antiguo
Régimen.
Los trabajadores de servicios eran numerosos en las grandes ciudades,
solían ser conservadores, apegados a los principios ideológicos y sociales de
las autoridades y señores que servían.
Marginados.
Entre los primeros cabe destacar a un amplio grupo formado por vagabundos y
mendigos, muchos de los cuales acabaron en las fuerzas armadas; para los
inválidos, pobres y huérfanos se hicieron hospicios, asilos, casas de
expósitos,…; mientras que los gitanos y judíos fueron perseguidos.
1.2. CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS.
La
economía del Antiguo Régimen está sustentada en la agricultura. De este
sector vive la inmensa mayoría de la población y de él se obtienen casi todas
las rentas. Es una agricultura caracterizada por el atraso técnico, predominio del secano sobre el regadío, y
técnicas rudimentarias. El resultado es un escasísimo rendimiento por
unidad de superficie. Respecto a los cultivos, predominan los cereales, (sobre
todo trigo), la vid y el olivo. Hay que
señalar también, la permanencia de una parte considerable de tierras dedicadas
a pastos pertenecientes a la Mesta.
Otro rasgo de la agricultura española
del A. Régimen es el autoconsumo y la inexistencia de un mercado articulado
o unificado. La red de caminos era rudimentaria, a ello se le añade la
presencia de numerosos peajes y aduanas señoriales en el interior del reino.
Las zonas costeras exportaban su producción e importaban el grano, no de
Castilla, sino de países extranjeros.
Las crisis de subsistencias eran
frecuentes. Los bajos rendimientos impedían almacenar excedentes de un año para
otro. En esas circunstancias una mala cosecha, por razones climáticas o por la
acción de las plagas, provocaba una inmediata subida de los precios, la escasez
de los mercados y el hambre de la mayoría de la población, especialmente en el
interior.
Este atraso agrario está estrechamente
conectado con un régimen de propiedad y de renta agraria desigualmente
repartidos. Los propietarios de las tierras son una minoría (Iglesia, nobleza,
municipios y Corona), que no se preocupaba de mejorar la producción ni de
introducir innovaciones, mientras la gran mayoría de los campesinos trabajan
tierras que no son suyas. La mayoría de los propietarios no cultivaban sus
tierras, lo hacía el campesino cultivador, casi siempre había un contrato entre
él y el propietario. El tipo y duración del contrato podían ser muy distintos:
enfiteusis, foros, aparcería, arrendamiento... En las regiones de los grandes
latifundios (Andalucía, Extremadura y La Mancha), casi la mitad de la población
campesina estaba constituida por jornaleros, que vivían en condiciones muy
duras. Muchos jornaleros y campesinos pobres obtenían algunos recursos de las
tierras comunales.
Por otro lado, la propiedad de la
tierra no es libre. Aunque hay propiedades de libre disposición, la mayor parte
de los propietarios no pueden vender o enajenar sus tierras, porque la
propiedad está vinculada (manos muertas). Esto significa que el propietario
puede disfrutar de los beneficios de sus tierras, pero no puede venderlas,
donarlas o cederlas en herencia según su libre voluntad. Existían distintos
tipos de vinculaciones, pero cuatro eran las fundamentales: por un lado, las
tierras de la Iglesia, que estaban amortizadas; las de la nobleza que estaban
en régimen de mayorazgo, privilegio de las principales casas aristocráticas que
les permitía conservar intacto su patrimonio; estaban también vinculadas las
tierras de los municipios, los llamados bienes de propios y comunales; y por
último las de la Corona.
En definitiva, no había mercado de
tierra, porque la mayor parte de las tierras no podían enajenarse. El
hambre de tierras era una situación común entre los campesinos más
prósperos y la burguesía urbana.
La
industria tradicional, talleres artesanos, continuaba organizada de
forma gremial, con un estricto control sobre la producción y la creación de
nuevos talleres. La escasez de demanda, siempre sometida además a las crisis
cíclicas de la agricultura, y el poder acumulado por las jerarquías gremiales,
mantenían intacta esta forma proteccionista de producción.
Respecto al Comercio interior, la crisis fue una consecuencia de la falta de un
mercado nacional debido a las malas comunicaciones, la debilidad demográfica y
la poca demanda, la multiplicidad de
aduanas, la presión fiscal y el escaso prestigio social de los
mercaderes.
Por lo que se refiere al Comercio exterior, la crisis fue
motivada por la decadencia de la industria naval y la competencia de ingleses y holandeses que
contaban con navíos más ligeros. A ello
hay que añadir la disminución de los beneficios del comercio americano por el
descenso de la producción de metales, lo que contribuyó a trasladar la crisis a
las finanzas, crisis que se intentó salvar con el aumento de los impuestos, las
devaluaciones, el resellado de las monedas y acuñaciones de vellón.
1.3. CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS:
A nivel político Europa experimentará una evolución que va de la monarquía autoritaria al despotismo ilustrado pasando por la monarquía absoluta.
La monarquía autoritaria. Siglo XVI. Sistema de gobierno en el que el monarca asienta su autoridad en:
· El principio
cesarista de que la “voluntad del príncipe es ley”.
· La teoría del
origen divino del poder real (recogida en el derecho romano, estudiado de nuevo en las universidades
desde el siglo XIII).
Pero en la Monarquías autoritarias, al menos en
teoría, el rey tiene que respetar las leyes emanadas de las Cortes, el órgano
gubernamental con el que la corona comparte el poder.
Sus
características son:
a.
La unificación, bajo unas mismas
fronteras, de los territorios afines.
b.
El fortalecimiento del poder del
monarca frente a la nobleza, clero y burguesía.
c.
La pérdida de importancia de los
órganos representativos como las Cortes.
d.
La tendencia hacia una mayor centralización
política y administrativa.
Sus
órganos de gobierno son:
·
La burocracia o aparato
administrativo.
·
El ejército permanente.
·
La Diplomacia.
·
Las Asambleas representativas:
Cortes (aunque fueron perdiendo importancia).
Las monarquías absolutas. Siglo XVII. Sistema de gobierno caracterizado por el control y la acumulación de poderes en manos del rey.
Características:
El
rey controla la vida política, religiosa y económica de un país.
·
El rey no está sujeto a las leyes
de ningún tipo (la voluntad del rey se convierte en ley).
·
El rey abole las Cortes y las
Asambleas representativas.
·
El rey controla al clero
(Cesarismo).
·
El rey controla la economía del
país mediante el proteccionismo económico.
El
Estado adquiere una mayor complejidad:
·
Hay una mejora en los instrumentos
de la realeza (ejercito, órganos
de gobierno y administración de
justicia).
·
Hay
una mayor centralización territorial y uniformidad administrativa (desaparecen
las autonomías y libertades regionales y el Estado se dirige desde una capital
fija).
·
Hay
una mayor centralización personal, (el centro del Estado es el rey, cuyos
intereses dinásticos o de familia se confunden con los del Estado
Bases sociales:
1) La nobleza que se interesa mantener su estatus
privilegiado y ocupa altos cargos en la administración.
2) La Burguesía que se ve favorecida de dos
modos por los reyes absolutos:
· Con la protección real a la industria
y al comercio nacional.
· Con la ocupación de gran parte de los
puestos de trabajo en la administración o burocracia estatal.
Teorías políticas.
Bodín y Bossuet, consideran al rey representante de Dios en la Tierra, (origen divino de
la monarquía).
Hobbes
sostiene que si no hay un poder fuerte
que someta a los distintos grupos sociales estos lucharán entre sí.
Despotismo Ilustrado. Siglo XVIII. Monarquía absoluta en la que se implementan reformas. (En España no se implanta hasta la segunda mitad del XVIII con Carlos III).
Es
un sistema contradictorio porque los monarcas siguen siendo reyes absolutos,
mantienen e incluso aumentan su poder frente a los grupos de oposición. Pero por otro lado ante las críticas de la
Ilustración, los monarcas intentan salvar el Antiguo Régimen, cambiando algunas
cosas y aplicando medidas e ideas salidas del pensamiento ilustrado. Es decir,
se incorpora al Absolutismo, principios de la Ilustración.
Actuaciones encaminadas a:
·
El mantenimiento de la omnipotencia
del poder real.
·
El mantenimiento de la
centralización política y administrativa.
·
Mejorar la situación material y de
formación del pueblo, pero sin que este intervenga para nada en la vida
política. “Todo para el pueblo paro sin el pueblo”.
·
Reformar la vida económica.
·
Fomentar la cultura y educación.
·
Tender a la eliminación de los
privilegios feudales.
La
mayoría de estas reformas chocaron con la fuerte oposición de la nobleza, por
lo que no fue posible su realización práctica.
2.
LA GUERRA DE SUCESIÓN (1701-1714)
En
1700, el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, murió sin
descendencia directa. En su testamento dejaba como heredero a Felipe d’Anjou
(1701). Ello provocó la declaración de guerra de las potencias europeas en
1702, Gran Bretaña, Holanda y Austria, a cuyo bando se sumaron Portugal y
Saboya en 1703. Esta Alianza temía una concentración de poder y territorios en
manos de la Corona francesa, lo que supondría la pérdida de hegemonía
continental de Austria y la amenaza para los privilegios del comercio
ultramarino de las potencias de la Alianza de la Haya. Así la guerra adopta una
doble dimensión: internacional y nacional.
Las
potencias internacionales contrarias a la entronización de Felipe d’Anjou
propusieron como candidato al Archiduque Carlos de Austria. Esta alianza
recibió el apoyo de la Corana de Aragón, temerosa de perder sus libertades y
autonomía ante las tendencias centralizadoras y uniformizadoras de la nueva
monarquía.
Desarrollo
de la Guerra:
a) Una
primera fase favorable a los aliados:
¨
en el 1704 ocupación de Gibraltar
¨
Desembarco del archiduque en
Barcelona.
b) Una
segunda fase en la que Felipe V se impuso:
¨ 1707-1710
Batalla de Almansa, Brihuega y Villaviciosa
¨ 1711
Nombramiento de Carlos como emperador de Alemania, tras la muerte de su hermano
José, lo cual trae consigo la retirada de las potencias aliadas ante el temor
del posible desequilibrio del “status quo”.
¨ 1714
Rendición de los catalanes tras la toma de Barcelona por Felipe.
c) Fin
de la Guerra:
¨ Tratado
de Utrecht en 1713
¨ Tratado
de Rastatt en 1714
Consecuencias
de la guerra:
·
Pérdidas territoriales para España
(territorios de los Países Bajos, Milán, Nápoles y Cerdeña pasan a Austria; Sicilia
a Saboya, Sacramento a Portugal; y Gibraltar y Menorca a Inglaterra, que
también obtuvo privilegios para comerciar con la América hispana “Asiento de
negros” y “Navío de permiso”).
·
Consolidación del absolutismo
regio, mediante los decretos de Nueva
Planta.
·
Castellanización de las élites
políticas a través de:
¨ La
Prohibición en el uso del catalán.
¨ La
castellanización de los cargos públicos.
3. LA POLÍTICA CENTRALIZADORA DE LOS BORBONES
3.1. Reformas político-administrativas
En el siglo XVIII el gobierno de los Borbones españoles se caracterizó
por la centralización política y administrativa. Se trataba de imponer en todos los reinos la
homogeneidad política e institucional que una monarquía moderna requería. Para ello había que unificar las leyes,
abolir y derogar los fueros y los privilegios que tenían los distintos reinos
de España. Felipe V monarca que impuso el absolutismo monárquico también
estableció una administración unida y centralizada sobre casi todo el país.
Se tomó como modelo el sistema de gobierno de la administración borbónica
francesa.
Para alcanzar la uniformidad política y territorial se llevaron a cabo
las siguientes reformas:
·
La abolición de los fueros y
autonomías de Valencia y Aragón en 1707 tras la victoria borbónica en Almansa
(primer Decreto de Nueva Planta); de Mallorca en 1715 (2º Decreto) y de
Cataluña en 1716, (supresión de del sistema fiscal, de las Diputaciones, la
Generalidad, de la lengua catalana, de las Cortes y del cargo de Justicia Mayor
en Aragón) todo ello a través de los
Decretos de Nueva Planta y como castigo por su rebeldía durante la Guerra
de Sucesión. En estos territorios se
impuso el sistema de administración de Castilla, y quedaron estos reinos sometidos
a las mismas leyes de Castilla. La uniformización no fue total en todo el
territorio, ya que Navarra y País Vasco conservaron su autonomía al mantener
sus fueros y aduanas como consecuencia del apoyo prestado a la causa borbónica
durante la Guerra de Sucesión.

·
Los Consejos (creados por los R.R.C.C.) fueron perdiendo importancia
aunque no desaparecieron. Solo el de
Castilla conservó un papel destacado en el gobierno del país, (elaboraba
informes y proyectos en política interior y actuaba como Tribunal Supremo de
Justicia), aunque tenía carácter consultivo. Para cubrir el vacío dejado por la
pérdida de atribuciones de los Consejos aparecieron en 1714 las Secretarías de Despacho (Estado,
Justicia, Guerra, Marina, Indias y Hacienda), precedente de los actuales
ministerios. Los secretarios eran nombrados y destituidos por el rey, de él
dependían y a él rendían cuentas. Contaban para realizar su trabajo con un buen
número de funcionarios para ejecutar las órdenes del rey y llevar la
administración. Estas Secretarías estaban coordinadas por una Secretaría
superior llamada Junta Suprema, dirigida por el primer ministro y creada por
Floridablanca en 1787.
·
Las
Cortes (solo se conservaron las de Castilla) perdieron todo poder político y su
capacidad legislativa. Quedaron
abolidas las de Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña, lo que se planteó como
castigo a los rebeldes tras la batalla de Almansa.
·
Se modifica el mecanismo sucesorio
mediante la promulgación de la ley
Sálica[1].
·
Se sustituyen los virreyes por los Capitanes
Generales, salvo en América. Al frente de cada provincia el capitán general
tenía atribuciones militares, administrativas y judiciales, actuando como gobernador.
·
Se implanta la Real Audiencia o Tribunal de
Justicia presidido por el capitán general.
·
Se crea la figura del Intendente
(representante del rey en las provincias con la obligación de residir en ellas
y cuyas funciones iban desde el reclutamiento a la recaudación de impuestos,
pasando por el gobierno y obras públicas) al frente de cada una de las 38
provincias o intendencias en la que se divide la nación. Destaca Pablo de Olavide en
Andalucía.
·
Cada intendencia se divide en Corregimientos[2],
que eran demarcaciones administrativas menores (municipios) aunque con
similares competencias. El corregidor era elegido por el rey de entre militares
y sus competencias se veían con frecuencia invadidas por los intendentes, de
tal manera que en las últimas décadas del siglo quedaron solo con atribuciones
policiales y judiciales sin responsabilidad política. El corregidor elegía a
los regidores que habían de acompañarle en su tarea de gobierno.
·
Aunque se da una disminución de la
autonomía de los ayuntamientos, a partir de
1766 se produjo una “democratización” de los Ayuntamientos, apareciendo las
figuras de:
¨
El Procurador Síndico personero, representante de los vecinos en las
reuniones del consistorio.
¨
El Diputado del Común, encargado del control del abastecimiento de los
mercados, del orden público y la administración de los pósitos.
¨
Los Alcaldes de barrio, vecinos de reconocido prestigio que velaban por
el cumplimiento de las ordenanzas.
·
Otra Institución fundamental
reestructurada en esta época fue las Fuerzas Armadas que casi habían
desaparecido durante el reinado de Carlos II.
El ejército español se organizó conforme al modelo francés y así los
históricos “tercios” fueron
remplazados por los “regimientos”.
3.2. Reformas económicas
A lo largo de la segunda mitad del
siglo XVIII se van a implementar una serie de medidas para desarrollar las
fuerzas productivas de nuestro país, habida cuenta del lamentable estado en que
se encontraban nuestras arcas y nuestra agricultura. Ello aparece reflejado en “Informe sobre la Ley Agraria”
(1794) de Jovellanos que
constituye una vasta exposición de los problemas agrarios en España. En este informe se planteaba la necesidad de
desvincular las tierras de “manos muertas” en poder de la nobleza, clero y
ayuntamientos. Además se ponía de manifiesto
la falta de instrucción de los cultivadores y la necesidad de transformación
del secano en regadío.
El espíritu reformista en la
agricultura se mostró a través de las siguientes medidas, que no
consiguieron cambiar sustancialmente nuestro sector primario por la resistencia
de los privilegiados:
·
Ampliación de tierras de cultivo (deforestación, desecación humedales…)
·
Desarrollo de los cultivos
americanos (maíz, patata, alubias), y de los cultivos industriales
como el cáñamo para la fabricación de velas, lino o moreras.
·
Aumento de riego
en las regiones mediterráneas (construcción de canales, acequias,…)
·
Sustitución de las yuntas de bueyes
por mulas (el surco al arar con mulas era menos profundo
por lo que el trabajo era más rápido y se araba más tierra).
·
Difusión de nuevas técnicas y cultivos
gracias a su divulgación
en diarios o a través de las sociedades patrióticas.
·
Distribución de bienes de propios[5]
a los labradores renteros que poseyeran yuntas.
·
La colonización de nuevas tierras[6].
Se produjo a partir de 1768 como consecuencia de la escasa densidad de la
población española y de su mala distribución. Se centró en Sierra Morena y en
las campiñas cordobesa y sevillana.
En la España del XVIII la producción
de mercancías se basa aún en el sistema
gremial desarrollado en los talleres artesanos, mientras que en Europa
empiezan a consolidarse las manufacturas o pequeñas fábricas gracias al impulso
estatal (en este periodo y en estos lugares predomina la teoría económica del Mercantilismo que defiende la
intervención del Estado en la economía). Los reformistas piensan que
desarrollando la industria se van a conseguir mejorar las finanzas estatales.
Es por ello por lo que va a venir un proceso de modernización en la
industria:
·
Creación de Manufacturas Reales[7] para fomentar y proteger la industria
nacional.
·
Durante
el reinado de Carlos III,
(aunque se siguió potenciando las industrias estatales y se crearon nuevas
manufacturas como la de porcelanas del Retiro), tuvo lugar la organización de
las fábricas de algodón, creadas en Cataluña. Aparte de en Cataluña,
destaca la manufactura de la lana en Guadalajara; la de seda en Granada,
Valencia y Sevilla; la de lino y cáñamo,…
·
Pero la iniciativa privada, a nivel
económico, se plasmó en la “Sociedades Económicas de Amigos del País”, nacidas
de las iniciativas de un grupo de aristócratas y clérigos que intentaban
potenciar las enseñanzas de las técnicas agrícolas e industriales modernas y
difundirlas por todo el país.
·
La supresión del control y examen
en el sistema gremial y la declaración de la
Honorabilidad del trabajo.
A
finales del XVIII se había empezado a perfilar, por un lado, la región del
Norte y NE. bastante próspera, con un desarrollo preindustrial y un comercio en
expansión y un campesinado estable. Y por otro lado, la región del Centro y del
Sur del país, eminentemente rural, carente de industria y con un comercio
limitado casi totalmente al tráfico colonial y con un campesinado pobre,
carente de tierras y socialmente poco integrado. A pesar de las reformas la
industria nacional estuvo lastrada por los elevados costes de producción,
dificultades para conseguir materias primas, exceso de impuestos, escaso
desarrollo tecnológico y limitaciones gremiales.
En el comercio se implementaron las siguientes medidas:
·
Supresión de las aduanas interiores
en 1717, (excepto las de Navarra y P. Vasco) para facilitar la circulación de
mercancías dentro de España
·
Creación de una flota que protegiera las principales
rutas del comercio con América.
·
Creación de juntas de comercio y de consulados.
·
Para potenciarlo y proteger los
intereses españoles, el gobierno impulsó la creación de Compañías
privilegiadas (eran empresas que tenían el monopolio del comercio de
determinados productos en algunas rutas) como la CIA Guipuzcoana de Caracas
para el cacao de Venezuela o la CIA de la Habana para el azúcar y tabaco de
Cuba.
·
A partir de 1778 la Libertad de Comercio
de todos los puertos españoles con América significó el final de las Compañías
privilegiadas.
Prácticamente
todas las medidas estaba enfocadas al comercio con América que constituía el
principal destino de nuestro comercio (85% del total), adonde exportábamos
productos manufacturados e importábamos recursos primarios. Nuestro comercio
con Europa era deficitario, importando productos manufacturados. Los
principales puertos eran Santander, Bilbao, Sevilla, Cádiz y los puertos
gallegos.
3.3. Reformas fiscales
Tras
la victoria borbónica en la guerra de Sucesión, Felipe V intentó poner
orden en las caóticas finanzas de la monarquía y para ello aplicó a los reinos
de la Corona de Aragón un nuevo sistema fiscal basado en una contribución única
para cada reino, centralizándose las recaudaciones en una Caja Central y una
Tesorería General.
Durante el reinado de Fernando VI,
su ministro el marqués de Ensenada
intentó crear una única contribución sobre la renta, para todos los estamentos
en Castilla (en sustitución de las Alcabalas[8]
y los Millones[9]), para
ello se elaboró un censo de los
recursos y riquezas existentes en Castilla (inventario de la riqueza
nacional) conocido como el Catastro de
Ensenada en un intento de universalizar los impuestos.
Durante
el reinado de Carlos III se introdujo por primera vez el papel moneda en España
y en 1782 se estableció el primer banco nacional, el Banco de San Carlos,
creado sobre todo para el control y la gestión de los vales reales (deuda pública emitida para hacer frente a las
necesidades militares y de política exterior) y también para apoyar las
finanzas del Estado. También se
introdujo la Lotería nacional.
No tuvo éxito el intento de
unificar las monedas de los antiguos reinos.
3.4.
Reformas
urbanísticas y transformaciones en la vida ciudadana:
El
reinado reformista de Carlos III produjo también transformaciones en la
“calidad de vida ciudadana”, especialmente en Madrid, donde con el apoyo del
arquitecto napolitano Sabatini, emprendió la tarea de empedrar, alumbrar,
alcantarillar y dar seguridad a las calles.
Se protegió al vecindario con la figura de los serenos, se atendió a la
limpieza y salubridad ciudadana, abasteciendo
de agua a las principales ciudades, empleando un sistema de recogida de
basura y regulando los enterramientos, disponiendo de lugares especializados
fuera de las iglesias, como era costumbre hasta entonces. Nació el transporte
público en forma de ómnibus,
un carruaje tirado por caballos que permitía el transporte de varios
pasajeros. Otras transformaciones
afectaron a la vestimenta o cambio de indumentaria, por la que acabó
perdiendo preponderancia el antiguo traje español y se fue introduciendo la
moda y costumbres francesas. Fue
Esquilache, ministro de Carlos III, el que intentó prohibir el uso tradicional
de la capa larga y del sombrero grande y
redondo (el chambergo) y sustituirlo por la capa corta y el sombrero de tres
picos. La negativa por parte de la
población a adoptar esta medida llegó a producir un “Motín” El Motín de
Esquilache, en 1766. También se puso de moda el uso del “miriñaque” entre
las damas de la aristocracia española, o la difusión de las gafas con patillas,
los lunares postizos o el éxito del perfume conocido como “agua de colonia” por
haberse inventado en esa ciudad alemana en 1709.
3.5. Reformas religiosas y
modernización de la enseñanza.
El
pensamiento de la minoría ilustrada española se reflejó en la reforma y modernización de la enseñanza,
pretendiendo centralizarla y secularizarla.
Para ello tenían que acabar con las autonomías didácticas y convertir la
enseñanza en una empresa del Estado, acabando con el monopolio eclesiástico. En este sentido y teniendo en cuenta el “Regalismo” borbónico[10] (imposición de la
Corona sobre la Iglesia), se llevó a cabo la expulsión de los jesuítas
de España en 1767, que sucedió a la expulsión del nuncio de Madrid en tiempos
de Felipe V. Esta orden jesuítica constituía la oposición ideológica al
espíritu ilustrado, por lo que fueron vistos como un símbolo del Antiguo
Régimen, además durante doscientos años habían sido los máximos representantes
institucionales de la influencia del Papa en la Europa central y occidental.
Por otro lado por el control que ejercían sobre la educación de calidad y su
influencia como confesores de la realeza y aristocracia, se habían atraído la
suspicacia de los monarcas católicos de diversos países. Y Así tras ser
acusados de participar y apoyar el Motín
de Esquilache, se decretó su expulsión y el cierre de sus casas y colegios.
Esta
política secularizadora desembocaría en las medidas desamortizadoras que afectarían a bienes de la Iglesia en
tiempos de Godoy para paliar su descabellada política exterior, y que sería el
prólogo de las desamortizaciones decimonónicas.
La modernización de la enseñanza
afectó a todos los niveles de la misma.
La enseñanza primaria: creando numerosas escuelas y mejorando la
formación de los maestros.
4. CONCLUSIÓN
El S.XVIII se inició en España con una ruptura. El final de la dinastía de los Habsburgo, planteó la sucesión de la Corona española como una cuestión de política internacional. La instauración de la nueva dinastía francesa de los Borbón se realizó mediante una larga guerra europea y civil.
La llegada de los
Borbones al trono español significó la implantación del absolutismo real, la
aplicación de medidas que trataban esencialmente de introducir elementos de
reorganización, racionalización y centralización en el estado heredado de los
Habsburgo. La llegada al trono de Carlos III inició un reformismo ilustrado sin
poner nunca en duda el poder y la autoridad real.
Todo
el conjunto de principios sobre los que se sustenta el Antiguo Régimen en
España, entrarán en crisis con el estallido de la Revolución Francesa en 1789 y
la llegada al trono español de Carlos IV.
Será
entonces cuando se inicie un proceso que en poco más de cuarenta años abrirá
paso al liberalismo político. Las disputas internas del reinado de Carlos IV,
el motín de Aranjuez, la invasión francesa y el alzamiento de Mayo de 1808,
inician el largo proceso que conducirá a la caída del Antiguo Régimen en 1833,
con la muerte de Fernando VII, el último rey absoluto en España.
[1] Impide a las mujeres heredar la Corona. Esta ley
será derogada por Fernando VII en 1833 mediante la Pragmática Sanción,
permitiendo así el reinado de Isabel II y el comienzo de las guerras carlistas.
[2] Estas unidades
territoriales menores recibieron diferentes denominaciones según la zona: en
Castilla y tierras de la corona aragonesa se llamaron corregimientos, en
Vizcaya y Navarra merindades, en Guipúzcoa alcaldías mayores y en Álava
hermandades.
[3] Institución que representa y defiende los
intereses de los ganaderos. Su origen se sitúa en el siglo XIII con Alfonso X,
y entre sus privilegios destacaron que tenían una fiscalidad diferente, estaban
exentos del servicio militar, derechos de paso, etc. Fue abolida en 1836.
[4] Lejos de incentivar la
producción, propició la acaparación del grano por los poderosos para especular
con él.
[5] Bienes
propiedad de un municipio que dan una renta al mismo en concepto de
arrendamiento. Cuando no se arriendan, sino que se dejan para que se aprovechen
de ellos los vecinos se les llama “bienes comunales”.
[6] Por ello el marqués de la Ensenada, ministro
de Fernando VI, quien ante las dificultades que suponía trasladar españoles de
unas comarcas a otras, pensó en traer extranjeros a España procedentes de
regiones europeas pobres y con exceso de población. Se pensó en irlandeses, húngaros, suizos y
alemanes, a condición de que fuesen católicos. Carlos III hizo suyo el proyecto
de Ensenada y en 1766, tras una serie de negociaciones, se le ofrecieron 6.000
colonos alemanes con sus respectivas familias,
Carlos III consultó el ofrecimiento con el Intendente general de
Andalucía Pablo de Olavide, quien lo acogió con entusiasmo, señalando
Sierra Morena y la campiña cordobesa y sevillana como el lugar más adecuado
para realizar la experiencia. Y fue
Olavide, dotado con plenos poderes el encargado de llevarlo a la práctica. Se
fundaron hasta 15 pueblos, bautizados con nombre como La Carolina, La Carlota,
La Luisiana, etc., donde se asentaron en 1775 cerca de 3.000 familias de
colonos. A cada familia se la dotó de
tierras, instrumentos de labor, ganado y casa.
A pesar de los detractores y defensores de la colonización, esta se
afianzó y al final del reinado de Carlos III a las familias alemanas se le habían
sumado otras españolas con mejor capacidad de aclimatación.
[7] Pero estas manufacturas, fundadas y
sostenidas por la Corona, siguiendo el modelo de inspiración colbertista, que
bien respondían a las necesidades militares como los astilleros de Cartagena y
Ferrol, o bien dependían de la demanda de productos suntuarios por parte de la
nobleza y Corte como la manufactura de Cristal de San Ildefonso en Segovia o la
Real fábrica de Tapices de Madrid. Todas tuvieron un costo de producción muy
alto y los beneficios fueron muy escasos, por lo que todas ellas fueron poco
rentables e incapaces de competir con las europeas sobre todo las francesas.
[8] Alcabala era el impuesto que más fondos
proporcionaba a la Hacienda Real en Castilla, y gravaba las compraventas de
bienes muebles e inmuebles (depende del momento el porcentaje con que se
gravan oscila entre el 5 y el 10%, y
algunos bienes quedarán exentos).
[9] Impuesto indirecto sobre la alimentación
instaurado por Felipe II
[10]Cabe destacar la subordinación
de la Santa Sede, debido al apoyo de Clemente XI al archiduque en la Guerra de
Sucesión.
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